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Algo más que salud

Algo más que salud

José Díaz

Solo querer

A Teresa nunca le dijeron ni la “A” de cómo debía manejarse al momento de tener relaciones sexuales. En ese hoyo olvidado de la República Dominicana, que es Guayajayuco (a dos kilómetros de la frontera con Haití), la muchacha que se atreviera a preguntar sobre eso, a cualquier miembro de su familia, lo menos que recibiría era una galleta.

En la escuela era lo mismo, si le llegaba una pregunta sobre eso, lo reportaban a la dirección; solo Mariana, la de Marola, conocía algo del asunto, y no mucho, porque un haitiano de Tirolí se la había llevado cuando cumplió los 14, pero ya al mes estaba de regreso en casa de sus padres.

Pero algo tenía que aprender, porque ella, Ramona Pérez Jimenoa, como aparece en su cédula, (El Teresa se lo endosó una tía paterna que decía que nunca había visto una Ramona en buenos pasos) estaba de novia con Manuel, hijo de don Tingo que era el principal comerciante del mercado binacional que celebran todos los miércoles.
Es vital entre las parejas la comunicación, la comprensión y el respeto .

No era casualidad que Manuel, el mejor prospecto para marido del poblado, se haya fijado en ella, sabía lo hacendosa y trabajadora que era Teresa.

Una noche, mientras “comían gallina”, Teresa, con más miedo que vergüenza se la soltó: ¿Manuel, y no te preocupa que yo no sepa cómo complacer a un hombre en la cama?.

La respuesta de su novio, le dio la certeza de que ese sería su marido por siempre. Tal como aconteció.
-Mira, Teresa, le dijo mirándola fijamente a los ojos, eso no es importante y se aprende para que ambos nos sintamos bien. Yo tampoco conozco mucho de eso, pero tú y yo somos buenas personas y nos queremos.

Con buena comunicación, comprensión y respeto lo demás es monte culebra”. Parte de otro cuento del pensionado que escribe “algo más que salud”.