Descaro

Mi primogénito, que este mismo mes cumplirá 40 años, volvió a chancearme al decirme que no me vio en la marcha del Partido de la Liberación Dominicana -PLD- que el pasado domingo fue dispersada a bombazos y empujones por la Policía Nacional.

La marcha intentaba llegar, desde la Casa Nacional del PLD, al Palacio de Justicia en solidaridad con los nuevos jerarcas presos miembros del Comité Político e importantes funcionarios de los gobiernos de Danilo Medina, entre ellos el pasado candidato presidencial.

No pretendo hacer leña del árbol caído, pero es imposible pasar por alto este hecho donde personas arrogantes, que hicieron toda la ostentación de su poder y fortuna, ahora aleguen que se les persigue porque son políticos de envergadura.

El mismo Medina, principal responsable de esta calamidad, dice: “Seamos claros lo que está ocurriendo es un atropello y es un abuso y si alguna vez lo estuvo, hoy no está motivado por el deseo de hacer justicia. Estas acciones sólo buscan intimidar al PLD, el partido con más posibilidades de vencer en las elecciones del 2024”.

Eso es tener la cara de piedra, quien lo dice es un ser humano que, al decir de un amigo, entonces director de un periódico de los más importantes del país, era capaz de “comerse un camello sin ni siquiera eructar”.

Sin pretender decir que soy mejor persona que ese grupo de “personas honorables”, le respondo a mi hijo diciéndole que no podía estar en la marcha porque en primer lugar creo que esas personas están bien presas y, además, renuncié formalmente a ese partido cuando en el centenario del nacimiento de Juan Bosch, el 30 de Junio de 2009, me fui a pie a La Vega a dejar sobre la tumba de mi maestro mi renuncia con la desventura que le dio un síncope al que les entrega “algo más que salud”.