Opinión

Andrea Evangelina Rodríguez

Andrea Evangelina Rodríguez

Se acerca otro 8 de Marzo, Día Internacional de la Mujer y celebramos con gran alegría que haya un Festival de Teatro femenino en la Casa de Teatro y que jóvenes autores masculinos estén adoptando el lenguaje y la problemática femenina como tema para sus obras. Es un salto cualitativo enorme, porque como siempre hemos dicho: el matriarcado ideológico y cultural es una cantera de temas para el teatro y otros géneros, que pocos han decidido asumir. Felicitaciones a Karina Noble, quien se inicia en esta conciencia con mi obra Wish-ky Sour, y a Freddy Ginebra, hoy un exitosísimo performer de narración oral, con sonados triunfos en Medellín y La Habana, y cuyos cuentos esperamos con ansias, en una función en Santo Domingo donde nos haga coparticipes de su vitalidad y risa.

Como trabajo con obsesiones: Salomé Ureña, Julia de Burgos, Aida Cartagena, Carmen Natalia, Sor Juana Inés, Sylvia Plata, Emily Dickinson, confieso que hasta que no cumplo con los espíritus que me seleccionan, insisto en completar los periplos que ellas hubieran deseado concluir, con lo que les faltó por decir. Creo que al organizar la llegada de Julia de Burgos al país, al celebrar aquí su Centenario y lograr que tuviera un espacito en la Zona Colonial que nunca logro visitar, con ella hemos cumplido. Lo mismo con Salomé y Emily.

No pasa aun con la Dra. Andrea Evangelina Rodríguez, primera médico dominicana, quien prácticamente se inmoló regresando en el 29, desde París, donde ya trabajaba en la Maternidad Baudelocque, para abrir un Banco de Leche, un consultorio para madres pobres, trabajadoras sexuales y madres solteras, en Macorís, un año antes del inicio de la dictadura de Trujillo, para disgusto de la clase médica y la iglesia de entonces. La constante persecución, su arresto y tortura la enloquecieron y murió frente a la iglesia de la Altagracia, con los brazos abiertos, la imagen de la virgen en la cabeza, denunciando la dictadura de Trujillo en francés y español, como Peregrina del Este.

Y, al Este, su patria original: San Pedro de Macorís, la regresaremos en marzo, al Auditorio de la UCE; y al Sur, en San Juan de la Maguana; y otra vez a Santiago, auspiciados esta vez por la Comision de Genero del Poder Judicial, en cuyo Auditorio también nos presentaremos.

Y creo que habiendo recorrido con Evangelina el país, aunque aún faltan todas las Facultades de Medicina de las Universidades, donde debía ser paradigma, Evangelina dejará de transitar por los trillos y bateyes del Este, con su Virgen de la Altagracia, con cuya imagen trato de proteger su inmensa cabeza poblada de inteligencia, ingenio, pasión por los pobres, poesía e infinito.

El Nacional

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