Editorial

Año de Duarte

Año de Duarte

El Poder Ejecutivo declaró  este 2013 “Año del Bicentenario de Duarte”. Aun fuere por una condición muy especial, como los 200 años que se cumplen el 26 de este mes de su nacimiento, que se eligiera a una figura como el fundador de la República de referente de las acciones públicas genera auspiciosas expectativas. Sobre todo, en estos tiempos de descomposición social, carencia de principios y creciente incertidumbre.

En cada homenaje a Duarte estará siempre impreso el pensamiento de un hombre de una honestidad acrisolada, que proclamaba que “vivir sin patria es lo mismo que vivir sin honor” y que “por desesperada que sea la causa de mi patria, siempre será la causa del honor y siempre estaré dispuesto a honrar su enseña con mi sangre”.

Abundarán los homenajes y las proclamas, pero también quedarán las reflexiones sobre el ideal de un hombre carente de ambiciones personales, que fue ejemplo de sacrificio, que entendía que todos los hombres son iguales ante la ley y que ésta debía ser protectora de la vida, la libertad y otros derechos inalienables del ser humano.

Dado que las ceremonias con encendidos discursos, solemnes ofrendas en el Altar de la Patria y otros actos han devenido en un rutinario protocolo oficial, desde siempre se ha proclamado que copiar su ejemplo es el mejor homenaje que se puede hacer al padre de la nacionalidad. Duarte creía en los principios y las leyes como base de las relaciones y de la lucha social y política.

La celebración de este bicentenario del nacimiento de Duarte no debe reducirse a la mera organización  de actividades, sino a retomar y difundir el pensamiento social y político de una figura que fundamentó la lucha independentista en la construcción de una República Dominicana de la que cada uno de sus hijos se sentiría orgulloso.

La conciencia del patricio es la mejor prueba de valor para los diferentes sectores, pero sobre todo para la débil y trepadora clase política. Jamás se rindió frente al poder de los grupos conservadores que después de alcanzada la independencia de la República trataron de anexarla a través de algún tipo de protección a alguna potencia.

Por otro lado entendía que el Gobierno debía mostrarse justo y enérgico, porque de lo contrario no se tendría patria  “y por consiguiente ni libertad ni independencia nacional”. Sin duda que la celebración de este bicentenario de su nacimiento representa un auspicioso motivo para abrevar en el pensamiento y trayectoria del padre de la nacionalidad.

A 169 años de la independencia aplicar el legado duartiano es la tarea pendiente o la gran deuda que todavía tiene la República.

El Nacional

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