Por más necesaria que sea, la decisión de retornar a las aulas será siempre polémica, sin importar las condiciones. El ministro Roberto Fulcar ha precisado que la enseñanza presencial no solo será gradual, voluntaria, progresiva, controlada y con el consentimiento de la familia, sino que dependerá de la evolución de la pandemia del coronavirus.
Pero la carencia de agua y servicios sanitarios de los planteles denunciada por la Asociación Dominicana de Profesores (ADP) representa otra limitante que pone en duda el reinicio de las clases a partir del próximo 6 de abril.
Fulcar declaró que se trabajará en la rehabilitación de los planteles, pero es obvio que el tiempo apremia. Al no desaparecer la educación virtual ni a distancia el programa parecía en principio bien concebido, sobre todo tomándose en cuenta la prevención de riesgos de contagio de los actores del sistema de enseñanza. Es una realidad que la pandemia del coronavirus ha transformado el sistema en todos los aspectos.
Los inconvenientes que han surgido son para que la Vicepresidencia de la República y los ministerios de Salud Pública y de Educación ponderen si las condiciones están realmente dadas para reiniciar la docencia presencial desde el mes entrante. Con todo y los grandes esfuerzos el tiempo que se ha perdido no se recuperará en unos días, amén de que tiene que evitarse que la enseñanza presencial derive en una fuente de propagación de la pandemia. Mejor sin prisa.

