El jazz es un género musical nacido a finales del siglo XIX en los Estados Unidos de América. Si bien, es un producto de la cultura afroamericana y desde la década del 1920 ha sido realizado en diversas partes del mundo con un trasfondo muy diferente. En ocasión se ha mostrado como paradigma musical. El jazz es una forma de música negra, en la que lo afroamericano ha sido mayor innovador y notable representante.
Cuando visité Louisiana (Luisiana), capital Baton Rouge y su ciudad más poblada, Nueva Orleans, que está ubicada en la región sur del país, división centro suroeste. Su historia es multicultural y multilingüe, fundada el 30 de abril del 1812. Estado número18 de la unión americana.
Entre mis motivaciones culturales: delimitar y describir el complejo fenómeno de jazz, el crítico y estudioso alemán Joachim-Ernst Berendt, en la obra clásica, El jazz: de Nueva Orleans al jazz de rock, señala: “El jazz es una forma de arte musical que se originó en los Estados Unidos, mediante la confrontación de los negros con la música europea. La instrumentación, melodía y armonía del jazz se derivan principalmente de la tradición musical de occidente. El ritmo, el fraseo y la producción de sonido, y los elementos de armonía del blues que se derivan de la música africana y del concepto musical de los africanos.”
Mi maestro, Julio Ernesto Ravelo de la Fuente, en el diplomado que realicé de Cultura Musical, Teatro Nacional Eduardo Brito, Sala Aida Bonnelly de Díaz, el musicólogo planteaba en los módulos de historiografía americana, las tres características básicas que distinguen al jazz de la música clásica europea: el denominado swing, improvisación y un sonido y/o fraseo que refleja la personalidad del intérprete musical.
No parece existir un acuerdo definitivo en cuanto al origen y significado del término jazz, sin embargo, algunos historiadores lo ubican el 2 de abril del año 1912.
Pero puedo decir que medio siglo después de la fundación de Nueva Orleans, en 1764, Francia la cedió a España para recuperarla nuevamente en 1801. Dos años más tarde, 1803, pasó a ser parte de Estados Unidos como consecuencia de la compra de Luisiana. Por ello, los franceses y españoles, junto a alemanes, italianos, ingleses, irlandeses y escoceses contribuyeron en la formación de la esencia cultural negroide muy diversa, siendo mayoritariamente de la zona occidental de África.
Con todo este análisis, el jazz, nada aporta al fundamento musical, cultural e histórico dominicano.Merengue: música e identidad dominicana, obra investigativa del doctor Paul Austerlitz, finlandés criado en Nueva York, etnomusicólogo y saxofonista, en la página 16, dice: “…el maestro Luis Alberti, figura cimera del merengue de salón de esta centuria, este género musical y danzario no tenía nada que ver con África. Todo lo suyo era europeo: instrumentación, sonidos, baile”.
El merengue se paseó por todo el Caribe de acuerdo al folklorista Fradique Lizardo, antes de llegar a su último puerto que fue Santo Domingo. Es un símbolo representativo de la República Dominicana, hogar de una riqueza de estilos de toque de tambor de derivación cultural y belleza. Considerando la música desde una perspectiva local, nacional y transnacional, el merengue es un símbolo nacional, precisamente por su calidad sincrética que apela a la prevalente estética rítmica.
Todo un esfuerzo sin consciencia plena, fallido e inexistente del jazz, cuando tenemos ritmos, que nos representan con decoro: perico ripiao, bachata, carabiné, pambiche, salve, palo, media tuna, bolemengue, jalemengue. Estos son eslabones de nuestra realidad dominicana como el alma, voz, mente y cadencia nacional. La UNESCO, Organización de Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura, declaró el merengue de República Dominicana patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad.
Veinticuatro Estados reunidos en un comité refrendaron ante la UNESCO, que el merengue, baile en pareja, al compás de la música, a ritmo del acordeón y tambora, y desde el 2005 se proclama el 25 de noviembre como Día Internacional del Merengue. Hoy por hoy nuestra esencia constituye el sintagma de la identidad dominicana. La preservación de la política nacional es la responsabilidad de gente de buena voluntad sin el deseo de la “búsqueda local e internacional” o “lo mío”.
Es de saber, que William John Thoms, el creador de la acepción folklore cuando llamó a recoger y estudiar la tradición oral ante el avance de la industrialización y la urbanización en 1846 y el rescate de las culturas aborígenes norteamericanas realizado por Franz Boas y su escuela a finales del siglo XIX.
Julio Arzeno, músico puertoplateño que escribió el primer libro de folklore dominicano en 1928, expresó, que el merengue y otros ritmos típicos son vinculantes musicales a la dominicanidad. Por consiguiente, el jazz no lo es. La manifestación cultural más determinante, arraigada y fundamental a nuestro pueblo son ritmos nativos como hemos indicado. Porque un 26 de noviembre del 1854 aparece el vocablo merengue como identidad rítmica corpórea, social y cultural dominicana.
El autor es periodista, analista social y geopolitólogo.