Como todo dilema, tiene solución. Seamos prácticos, vayamos al terreno. Suele ocurrir que lo utilitario o instrumental, deja de ser confiable para expertos en una materia, sobre todo, la que les resulta de provecho material e inmediato.
Por ejemplo, los suizos no son propensos a consumir sus relojes, ni los alemanes, sus autos de lujo. Tampoco los italianos se vuelven locos por las pizzas, ni los belgas por los chocolates, como supones. En fin. ¿Esto explica la poca fe de muchos sacerdotes o la apatía que muestran los joyeros por el lujo? La sencillez se les antoja más cómoda.
Muestras al canto, en este aspecto, encuentras por montones. Por eso no es nada raro que los magnates de la industria digital, incluyendo la IA, sean los que menos creen en la magia y bondades de sus productos. Apostar para ganar no todo el tiempo es creer. Más bien, nunca lo fue. Lo primero lleva consigo el riesgo de la adicción y, con ello, el vicio con lo esclavizante que resulta su dependencia.
Condición reflejada en una constante insatisfacción. Creer, sin embargo, nos acerca a la fe. Así, inevitablemente, a la esperanza. Esto, por supuesto, nos coloca al lado de la dicha. Hombro con hombro con las virtudes en las que nos sentimos íntima y ampliamente realizados.
Pero el éxito en determinados negocios no siempre involucra ni compromete la devoción de sus beneficiarios. Paradoja y contradicción objeto de estudio si se desconoce la naturaleza humana, en las profundidades reservadas al alma. La ciencia sirve de poco en vertientes indescifrables e imponderables, de manera que el ejercicio de la fe puede, si no ser un práctico instrumento de negocio, al menos una fuente de alivio espiritual. Una inmensa fuente inspiradora y creativa.
Ninguna fuerza la supera, sobre todo en las condiciones más adversas. Las aguas represadas no cesan en su afán de encontrar su cauce natural, y nada pone en duda que hayamos sido hechos a imagen y semejanza de este elemento vital.
Así, el hombre, en la búsqueda constante de la felicidad -es decir, de su libertad-, evita involucrar sus más elevados valores humanos -esto es, el amor, el alma con nutrientes inmateriales y los incidentes y accidentes económicos que le hicieron inmensamente rico.

