Al Partido Revolucionario Dominicano (PRD) le hicieron mucho daño las tendencias, es decir, los grupos desgarraron unos con otros, como caníbales, lo que le permitió al Partido Reformista y al doctor Joaquín Balaguer mantenerse en el poder hasta 1978 cuando don Antonio Guzmán alcanzó el poder, suicidándose 43 días antes de terminar el mandato, sucediéndole Jacobo Majluta, que ocupaba la vicepresidencia de la República.
Balaguer regresó al Palacio Nacional en 1986 porque el presidente Salvador Jorge Blanco lo prefirió, antes que a Majluta, sin pensar en el precio que pagaría posteriormente por tan nefasta decisión. Terminaría en la cárcel junto a muchos de sus compañeros de partido. Otros debieron salir huyendo y exilarse. (Los votos obtenidos por Majluta, que le habrían dado virtualmente el triunfo de las elecciones de ese año aún espera ser contados por la Junta Central Electoral). ¡Historia Patria!
La antropofagia del PRD permitió que Balaguer regresara al poder durante diez años consecutivos hasta que decidió, durante un pacto racista y rastrero, regalarle el poder al Partido de la Liberación Dominicana antes que permitir el acceso al gobierno del doctor José Francisco Peña Gómez.
Las divisiones en el PRD fueron antológicas. Hasta el líder, Peña Gómez debió formar su propio grupo, al igual que Majluta. Insólito, el PRD se dividió en “Peñagomistas” y “Jacobianos”.
El cuatrienio del presidente Hipólito Mejía aún no ha sido debidamente estudiado por los académicos politólogos, ni aprendidas las lecciones que dejó por los propios dirigentes del hoy Partido Revolucionario Moderno (PRM), que es un desprendimiento del PRD, como lo fuera el PLD en 1973.
Hipólito Mejía supo sortear la crisis interna del PRD durante su mandato, dándole posiciones importantes, tanto en el gobierno como en el partido, a los jefes de grupos, para poder gobernar sin mayores inconvenientes durante los dos primeros años, (2000-2002), por lo menos, hasta que llegó la crisis de la quiebra bancaria que le costó el poder, dándole paso, nuevamente, a Leonel Fernández.
La división no estuvo ausente durante el gobierno de Hipólito Mejía. Por lo menos cinco altos dirigentes se proclamaron “presidenciables”, formando “tienda aparte”, pero desde una posición de poder en el gobierno. Los ministerios sirvieron de plataforma para sus respectivas campañas proselitistas.
Recuerdo que Hipólito debió enfrentar una oposición feroz de los sectores que internamente se oponían a los aprestos reeleccionistas. El presidente Mejía le sugirió a los “presidenciales” que se reunieran, se unificaran, y escogieran un candidato. Nunca se pusieron de acuerdo, lo que de algún modo obligó al presidente Mejía a presentarse como candidato con el país prácticamente quebrado por la crisis.