América Latina estuvo ausente del último de los tres tétricos debates entre el presidente Barack Obama y Mitt Romney, que abordó el tema sobre política exterior de Estados Unidos. Lo más cerca que llegó a estar la región en la discusión televisada entre los contrincantes presidenciales fue cuando el candidato republicano refirió al continente como de gran oportunidad para nosotros.
Si desalentador ha sido que durante los casi cuatro años de gobierno Obama, Latinoamérica no ha figurado nunca en la agenda de prioridades de Washington, más penoso aún resulta que su contendor conservador demuestre con qué reeditaría la política de las administraciones de la familia Bush (padre e hijo) de total indiferencia hacia el Continente.
Obama no mencionó ni por asomo a América Latina, ni aun temas de elevada preeminencia como la situación de violencia e inseguridad en el vecino México, la victoria electoral de Hugo Chávez, en Venezuela, el inicio de diálogo entre gobierno y guerrilla colombianos o la apertura política en Cuba.
El candidato republicano en las elecciones presidenciales del 6 de noviembre aventajó al actual inquilino de la Casa Blanca y aspirante a la reelección, porque pudo dedicar poco más de diez segundos a la región, aunque para citarla como una zona de gran oportunidad para los negocios, en contraposición con el deficitario intercambio comercial de Estados Unidos con China.
A pesar de que el voto potencial de unos 24 millones de hispanos podría significar la victoria o la derrota entre Obama o Romney, ninguno abordó a profundidad temas cruciales para esa diáspora y para todo el continente, como el referido a inmigración, empleo, lucha antidroga, comercio y cooperación.
Los candidatos republicano y demócrata olvidaron en el debate, que duró 90 minutos, mencionar siquiera los nombres de economías tan importantes como las de Brasil, Argentina, Chile, Venezuela, Colombia, ni mucho menos referir siquiera por cortesía la región de Centroamérica y el Caribe, que durante la guerra fría constituyó el portón principal de la frontera imperial.
Todo luce indicar que en cualquiera de los escenarios de triunfo o revés de Obama o Romney, la agenda política, económica y militar de Estados Unidos mantendrá prioridad o foco de atención en Asia, Rusia, Irán, Irak, Afganistán, Siria y Libia, en extraña mezcla de guerra convencional y comercial y de lucha por el control geopolítico.
Ante la manifiesta carencia de voluntad política de Obama o Romney para promover un acercamiento justo y horizontal de Estados Unidos con América Latina, a la región no le queda otro camino que acelerar su proceso de integración comercial y política para desbrozar caminos coloniales y alcanzar el sueño de una América próspera, justa y respetada.

