Editorial

Bagazo

<P>Bagazo</P>

La facilidad otorgada por la Dirección General de Impuestos Internos (DGII) para que el valor del gravamen por renovación de marbete se pague en tres cuotas, ni alivia ni resuelve los duros efectos que sobre la familia tiene esa excesiva e injusta carga impositiva.

Tampoco es válido el argumento de la DGII de que la mayoría de los propietarios de vehículos (60%) pagarían entre mil 200 pesos y RD$2,200, porque el otro 40% tendrá que pagar en el menor de los casos más del doble que lo tributado el año anterior.

La estructura de ese impuesto a la circulación vehicular es injusta y excesiva, tanto así que la Administración Tributaria pretende recolectar tres mil 200 millones de pesos, RD$2,000 millones más que en 2012, la mayor parte de ese dinero sustraído de las costillas de una agobiada clase media.

El concepto “vehículo de lujo”, acuñado como fundamento de ese impuesto, ha sido manipulado de tal manera que los redactores del gravamen no tomaron en cuenta siquiera la relación de valor del tipo de cambio ni el hecho de que a la importación de ese tipo de vehículo ya se penaliza con un Impuesto Selectivo.

Para el legislador y la DGII, poseer un carro con diez años o más de uso, es razón suficiente para elevar el pago por renovación de marbete de RD$2,200 a más de diez mil pesos, sin tomar en cuenta siquiera que muchas familias poseen por razones de necesidad más de un automóvil.

La propia DGII admite, al ofrecer estrambóticas estadísticas sobre a qué segmento de la población se infligiría el garrotazo, que de nuevo la clase media será sacrificada por el rebrote de una epidemia de voracidad fiscal.

Ha sido el propio Gobierno que ha liberado fondos del encaje legal bancario para  que profesionales, pequeños y medianos empresarios adquieran un vehículo nuevo con facilidades de crédito y tasas de interés, pero una vez obtenido ese crédito, se pretende cobrar por el marbete mucho más de lo que esos ciudadanos creyeron haber ahorrado.

Los más de dos mil millones de pesos que se agenciaría el Gobierno con ese impuesto injusto y excesivo, significará mucha sangre, sudor y lágrima de una clase media camino a convertirse en bagazo, de tanto que ha sido exprimida. Lo sensato sería no aplicar ese despropósito arancelario.

El Nacional

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