Con las calamidades que padece el pueblo de Haití, el incendio de un hospital es un crimen de lesa humanidad. Hay que carecer de sentimientos para privar a una población huérfana de servicios de salud de los escasos centros con que cuenta para tratar algunas enfermedades.

En represalia por la muerte de uno de sus líderes la pandilla que lidera el tenebroso Jimmy Cherizier (Barbacue), prendió fuego a un centro de salud.

Los contados pacientes tuvieron que salir despavoridos, pero las autoridades no pudieron evitar que las llamas alcanzaran a cuatro quirófanos, el laboratorio, dos escáneres y otros materiales.

La declaratoria del estado de emergencia es un paso firme frente a la creciente ola de violencia. La Policía, con el respaldo de tropas kenianas, ha prometido dejar fuera de combate a las pandillas, mientras la ONU y organismos internacionales le exigen hacer más para restablecer el orden y la seguridad en la nación.

De un tiempo a esta parte las autoridades se han anotado algunos puntos, pero la crueldad con que han reaccionado las pandillas son estremecedoras.

El espantoso caso de 184 personas que fueron acribilladas en un barrio de Puerto Príncipe en represalia por un supuesto acto de brujería que costó la vida a un hijo de un líder pandillero expone el conmovedor panorama de Haití.

El incendio del hospital en un país sin servicio sanitario compromete al Gobierno haitiano a no bajar la guardia ni dar la menor tregua a las pandillas de bárbaros.