Washington(EFE).- El presidente de EE.UU., Joe Biden, nombró este viernes como encargado de Latinoamérica en el Departamento de Estado a Brian A. Nichols, quien, de ser confirmado por el Senado, se convertiría en el primer afrodescendiente en el cargo en más de cuatro décadas.
La Casa Blanca anunció en un comunicado la nominación de Nichols, actual embajador en Zimbabue, a donde llegó en 2018 tras haber ejercido como embajador en Perú entre 2014 y 2017.
De ser confirmado por el Senado, donde los demócratas tienen una estrecha mayoría, Nichols se convertiría en el primer afrodescendiente en asumir el puesto de encargado de Latinoamérica en el Departamento de Estado desde que lo hiciera Terence Todman en 1977.
Nichols ganó cierto protagonismo mediático el pasado verano, cuando rompió filas con el Gobierno de Donald Trump (2017-2021) y se mostró crítico con la muerte del afroamericano George Floyd, quien perdió el conocimiento mientras un policía blanco presionaba la rodilla contra su cuello.
“La muerte de Floyd ha sido una tragedia que ha enfadado y horrorizado a los estadounidenses”, dijo Nichols, quien también habló de su experiencia personal- “Como afroamericano, desde que tengo recuerdos, siempre he sabido que mis derechos y mi cuerpo no eran solo míos.”
Su comunicado incluía también críticas a la situación de los derechos humanos en Zimbabue y eso desencadenó las críticas del partido del presidente de ese país, Emmerson Mnangagwa, que acusó a al embajador estadounidense de ser un “mafioso” y de estar financiando las protestas contra el mandatario zimbabuense.
Es poco usual que un diplomático de EE.UU. haga ese tipo de comentarios y, de hecho, era la primera vez que Nichols acaparaba titulares por ese tipo de actos.
Diplomático de carrera, Nichols tiene una amplía experiencia en Latinoamérica y en el trabajo de EE.UU. para luchar contra el tráfico de drogas.
Entre 2011 y 2013 dirigió la oficina que se encarga de la lucha contra el tráfico de drogas en el Departamento de Estado y entre 2007 y 2010 fue el subjefe de misión en la embajada en Colombia, donde supervisó programas de desarrollo financiados con 500 millones de dólares de ayuda estadounidense.
También dirigió la subdivisión que se encarga del Caribe dentro del Departamento de Estado, trabajó en la subdivisión de Centroamérica y en la oficina de asuntos políticos de la ONU.
Fue consejero político adjunto en México y, al comienzo de su carrera, ejerció diferentes cargos en las embajadas estadounidenses en El Salvador, Indonesia y Perú.