La reciente visita a la isla del Secretario de Estado de Estados Unidos, Antony Blinken, ha vuelto a poner en el foco internacional las disparidades que existen entre Haití y la República Dominicana. La delegación estadounidense, en su paso por Haití, pudo constatar la gravedad de la inseguridad galopante y la pobreza extrema que han convertido a Haití en una de las naciones más vulnerables del hemisferio occidental.
Tras su pasó por Haití, Blinken sostuvo una reunión con el presidente Abinader. Es nuestro deseo que los resultados de esta visita no se queden, como tantas veces ha ocurrido, en simples intercambios diplomáticos sin acciones concretas. De igual forma, confiamos en que la motivación detrás de este encuentro sea una de genuina proactividad y liderazgo en la búsqueda de soluciones sostenibles, y no una estrategia de presión sobre el pueblo dominicano, que ya ha hecho más de lo que le corresponde en esta delicada situación.
Es de suma importancia que la comunidad internacional no ignore lo evidente: el problema de Haití es una responsabilidad global. Las naciones que históricamente se beneficiaron de su riqueza, como Francia y Estados Unidos, tienen un deber moral de involucrarse más allá de lo simbólico.
No obstante, el llamado a la acción no debe recaer exclusivamente en quienes tienen una deuda histórica; toda la comunidad global tiene el compromiso humanitario de cooperar en la búsqueda de soluciones. La visita de Blinken debe ser vista como una oportunidad para actuar, no como un gesto diplomático más que quede en palabras vacías.
La diferencia económica entre Haití y la República Dominicana es drástica. La economía dominicana es 4.5 veces más grande que la de Haití en términos nominales y 7 veces mayor en paridad de poder adquisitivo. Un dominicano promedio es entre 5 y 8 veces más rico que un haitiano. Mientras que el 58% de los haitianos vive con menos de $3.65 al día, solo el 4.3% de los dominicanos está en esa situación.
Además, el 98% de los dominicanos tiene acceso a electricidad, frente al 47% en Haití. Haití se enfrenta al riesgo de convertirse en un estado fallido, mientras que la República Dominicana avanza hacia convertirse en un país de altos ingresos para 2030. Esta disparidad es una de las más grandes entre países vecinos, similar a las fronteras de Yemen con Arabia Saudita.
Los esfuerzos dominicanos para alcanzar el desarrollo están dando resultados, pero no podemos cargar solos con el colapso de Haití. Felicitamos al Canciller y al Presidente por su liderazgo y gallardía al proteger los intereses del pueblo dominicano y exponer esta situación en todos los foros internacionales.
Por: Orlando Jorge Villegas
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