Editorial

Buen acuerdo

Buen acuerdo

El acuerdo suscrito entre Estados Unidos y República Dominicana para compartir los bienes  confiscados a narcotraficantes es de gran significación en la lucha por el tráfico internacional de drogas que se ha convertido junto al terrorismo en  el flagelo de mayor peligro para la humanidad.

Ese convenio con carácter de reciprocidad, firmado por el fiscal general estadounidense, Eric Holder, y el procurador general, Radhamés Jiménez Peña, permitirá coordinar acciones para detectar fortunas acumuladas por vía de lavado de dinero o  cualquier acto criminal derivado del tráfico de drogas.

La lucha contra  el narcotráfico y  delitos conexos ha sido  declarado  por diversas convenciones internacionales, de las cuales el Gobierno dominicano es signatario, como crimen de lesa humanidad, lo que en términos de  persecución penal  derriba fronteras  jurisdiccionales, por lo que  un caso de tráfico de drogas detectado en  cualquier parte del mundo, es  también competencia de autoridades dominicanas.

Aunque el Departamento de Justicia  estadounidense ha compartido  con  el Ministerio Publico dominicano la  adjudicación de  dinero y bienes ilícitos por más de siete millones de dólares,  el pacto suscrito garantiza que  los bienes confiscados por expedientes criminales que tengan ramificaciones en  ambas jurisdicciones serian   compartidos en los términos acordados.

Se resalta que   todas las ganancias  derivadas del fraude y robo  serán devueltas por  Washington y Santo Domingo para resarcir a las víctimas, lo que también genera una  efectiva fuente de derecho  que puede ser invocada por  ciudadanos ordinarios, además de que no será necesario   suscribir acuerdos individuales  cada vez que  se detecten bienes provenientes del narcotráfico.

El acuerdo entre  el procurador general  dominicano y el  fiscal general de Estados Unidos representa un reconocimiento por parte de las autoridades estadounidenses a la labor que realiza su contraparte nacional en el combate  al tráfico internacional de estupefacientes,  a pesar de que la ayuda de Washington en materia de equipos para  afrontar ese flagelo es aun insignificante.

Por su ubicación geográfica respecto a Estados Unidos, principal mercado mundial  de consumo de drogas, República Dominicana se ha convertido en puerto de trasbordo de exportadores suramericanos de cocaína, razón por la  cual las autoridades  antidrogas  de aquí requieren de mayor respaldo financiero y logístico de sus homólogos estadounidenses.

Ojalá que ese acuerdo para compartir bienes  confiscados a narcotraficantes constituya la primera señal contundente de que Washington prestará  decidida  cooperación a República Dominicana para poder  combatir con eficiencia y eficacia el creciente tráfico de drogas, cuyo destino principal siempre ha sido Norteamérica.

El Nacional

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