La prontitud con que el Tribunal Superior Electoral (TSE) ha fallado los recursos de que ha sido apoderado representa una saludable muestra de responsabilidad y eficiencia.

En menos tiempo del que canta un gallo el TSE ha fallado 16 casos y a la fecha es válido si sus jueces se jactan al declarar que son mínimos los recursos pendientes.

Esta labor es más significativa de tomarse en cuenta que la función del TSE no se reduce única y exclusivamente a los conflictos alrededor de los procesos y las candidaturas de los partidos políticos. Pero tan importante como la celeridad es la aceptación de las decisiones.

De los casi 50 casos que ha examinado de un tiempo a esta parte nadie, al menos que se sepa, ha salido a denunciar parcialidad en el TSE o la violación de sus derechos. Esa insatisfacción, tan común en el pasado que los jueces del TSE terminaron por desacreditarse, ha desaparecido bajo la presidencia de Ygnacio Pascual Camacho Hidalgo y los demás jueces que lo acompañan.

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En una atmósfera electoral siempre cargada de suspicacias la integridad y confianza en el TSE son fundamentales para garantizar candidaturas y resultados que se correspondan con las leyes. En la actual etapa de su desarrollo social, político y económico la nación necesita que las instituciones cumplan con sus funciones. Por ahora el desempeño del TSE no solo despeja cualquier temor, sino que genera confianza en sus decisiones.