El presidente Danilo Medina entregó 98 nuevas unidades a la Oficina Metropolitana de Servicios de Autobuses (Omsa), lo que representa una buena noticia para los ciudadanos que diariamente usan ese sistema colectivo de transporte que opera en el Gran Santo Domingo y en Santiago.

Con esa nueva flotilla, adquirida a un costo de 651 millones de pesos, suman 360 las guaguas de la Omsa, con la promesa de que en los próximos meses se adquirirán otros cien autobuses y serán reparados unos cuarenta con lo que se ampliaría su parque vehicular a más de quinientos.

Se resalta lo afirmado por el ministro administrativo de la Presidencia, José Ramón Peralta, de que la mayor parte de los recursos para adquirir esos autobuses serán aportados por la Omsa provenientes de propias operaciones.
El Gobierno debería tomar en cuenta que sin un previo rediseño del sistema operativo del transporte colectivo de pasajeros, ese lote de guaguas correrá la misma suerte que centenares de aparatos que al poco tiempo pasan a formar parte del amplio cementerio de chatarras.

Vale la pena recordar que el presidente Medina dispuso hace meses la incorporación a la Omsa de cien autobuses que en principio fueron adquiridos para ingresar a las rutas alimentadoras del Metro de Santo Domingo, un proyecto malogrado por los intereses de los empresarios del transporte.

Por su esmerada organización, puntualidad, comodidad y seguridad, miles de pasajeros usan diariamente las dos líneas del Metro, pero ese sistema de transporte adolece de rutas alimentadoras de autobuses que lleven a los usuarios hasta su destino final.

Lo mismo ocurre con las rutas que opera la Omsa, que también requieren de plena garantía de puntualidad, comodidad y seguridad, así como de la modalidad de transferencia de manera que los pasajeros puedan con un solo boleto realizar el trasbordo de una línea a otra o al sistema de Metro.

Se recibe con beneplácito la incorporación de esa nueva flotilla de cien autobuses para ser operados por la Omsa, pero se señala que el Gobierno no debería desperdiciar la oportunidad para rediseñar un sistema de transporte colectivo vinculado con el Metro que ofrezca un servicio confiable, seguro, decente y puntual.