Carlos Pena

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Kiuris, un gran ejemplo

Aunque no tuve ese lazo de gran familiaridad que tengo con otros pilotos, el desaparecido Kiuris Martínez se ganó el aprecio, admiración, respeto y, sobre todo, el reconocimiento de la gran mayoría por su solidaridad.

Del “Súper”, como fue bautizado, estuve escuchando su nombre hace muchos años, especialmente, durante las ruedas de prensa, las cuales son utilizadas para dar detalles de eventos.

Siempre escuché que el piloto Kiuris Martínez se encuentra presente y estará en la prueba del domingo, contrario a otros que viviendo aquí mismo les resulta complicado ir, cuando esta misma sirve para promocionar el evento, donde ellos, los corredores, son los protagonistas principales.

Supe, en conversaciones con pilotos de diferentes categorías, las cualidades de Kiuris y lo sensible que se mostraba al momento de que alguien requiriera su ayuda.

Me enteré que, siendo propietario de una envasadora de agua, el día de la carrera los pilotos no tenían que comprar el preciado líquido, pues Kiuris se encargaba que no les faltara a ninguno de sus compañeros, no sólo de la división en la que participaba, sino, de los demás.

Asimismo, que Kiuris Martínez tenía cinco motores que estarían compitiendo en el Panamericano de Motovelocidad y que ahora está dedicado a su memoria.

Una buena acotación es que los demás motores, es decir, tres o cuatro, él los prestaría o alquilaría a otros corredores que, por una u otra razón, presentaran problemas para estar en el grid de salida, al momento de dar la bandera verde.

De la misma forma que Reiner López recibió su apoyo para que pudiera participar en pistas de los Estados Unidos.

Este servidor dio, como era lógico y natural, más que es una de las fuentes que he cubierto por más de 20 años, darle a conocer a través de las páginas de El Nacional, todo lo relacionado a este trágico acontecimiento, donde Kiuris Martínez perdió la vida durante una práctica libre, previo al Panamericano de Motovelocidad a desarrollarse en el Autódromo Mobil 1.

Los lectores de El Nacional pudieron enterarse sobre el accidente, la práctica de una autopsia y, por último, en lo que a mí respecta, ya que su cadáver fue trasladado a Nueva York, las honras fúnebres llevadas a cabo en una de las capillas de La Milagrosa, localizada en la avenida Las Américas, casi esquina Sabana Larga, Santo Domingo Este.

Allí logré tener la oportunidad de ver la solidaridad mostrada al piloto fallecido, quien a pesar de residir en los Estados Unidos, era cien por ciento dominicano, pues sólo lo diferenciaba de nosotros una tarjeta verde: gren card.

Me entristecí al ver el dolor de Sonia Natera (madre), Ramón Martínez (padre) y Dilaila Martínez (esposa).

Se acabó el espacio. Recordándoles que protejan los bosques y cuiden los ríos. Será hasta la próxima, Dios lo permite.