POR: Chiqui Vicioso
luisavicioso21@gmail.com
Camino al retiro, se permite ya explicitar todas las dudas, todas las penas, todas las incertidumbres. Ya enterré a todas mis madres, no temo ya como cualquier adolescente fallar a sus expectativas, o contradecirles, soy libre y porque soy libre voy a expresar algo que me viene disturbando. He querido creer que las mujeres somos seres más aptas para la paz, porque nuestro objetivo es la preservación de la especie, de nuestros hijos, nietos y de la familia en general y que ese papel de reproductoras de la especie nos hace tiernas, cuidadosas, madrazas de la naturaleza en todas sus vertientes.
En estos días dos eventos han sacudido mis convicciones. El primero es que tres juezas soltaran a los casi asesinos de Francina Hungria, aunque uno de ellos había admitido dar la orden de que se la matara; amparadas en supuestos tecnisismos legales.
Ese veredicto, de juezas que se rumora parecen tener un historial en este tipo de dictámenes cuestionables, nos llena, como sexo, de indignación y de vergüenza colectiva.
El segundo episodio vergonzoso es el de la Fiscal que parecía cobrar un peaje a los jóvenes que vendían drogas y que no vaciló, se dijo, en mandar a asesinar a un muchacho que la denunció junto con el marido. Por suerte a esa ya la destituyeron, porque al joven que dieron por muerto sobrevivió para contarlo.
El tercer episodio es el de la Fiscal que mantiene preso al asistente del padre Regino, Johnny Rivas, a pesar de que otra persona admitió el crimen por el cual a este joven se le mantiene en la cárcel, en violación de todos los procedimientos legales. En este caso también se rumora que recibe dinero de los exportadores del banano para mantener en la cárcel a un tenaz defensor de los trabajadores, dominicanos y haitianos, del banano. No ha habido llamada, argumento legal, que logre que esta fiscal dé su brazo a torcer, otra vergüenza para la humanidad femenina.
¿Qué parece indicar esta situación? Que algunas mujeres profesionales, esta vez abogadas, se están montando en el tren de la corrupción masculina que como un cáncer corroe esta sociedad, en nombre del pragmatismo. Si algo podemos reclamarle a ese joven de origen popular y evidente brillantez, que es Leonel Fernández, es que haya aprendido el juego de los “sobrecitos” y en vez de emplearse en una regeneración moral de su sociedad, como Salomé u Hostos, haya adoptado el camino más fácil, el mas cínico, el que no cree en la dominicanidad, perdiendo la oportunidad de pasar a la Historia como un reformador. Barato intercambio donde el ego traiciona el ideal, que las mujeres no debemos copiar, por razones obvias.
 
 
 
                                      
             
             
             
             
             
  
                                 
                                 
                                 
                                 
                                