Errónea percepción

Señor Director:
Muchas personas consideran que el país avanza a paso agigantados cuando oye hablar del 4 por ciento para la educación, de la construcción de politécnicos y de un elevado número de liceos y escuelas en todo el territorio nacional, y de la donación de mochilas, libros y cuadernos.
Pero en muchos casos no es así, debido a que la gente llega a conocer únicamente lo que publican los periódicos y las estaciones de televisión, porque la radio ya no informa nada, y no se entera realmente de lo que está ocurriendo en el mundo de la educación.

A mí me ocurrió una decepción con mi nieta María Fernanda Lebrón Germán, una espigada negrita, extremedamente inteligente, que juega baloncesto con un precioso estilo, aficionada a la lectura.

Mi nieta, que ya tiene 13 años, quería estudiar en un instituto politécnico, por lo cual su madre Patricia la inscribió en uno situado en Santo Domingo Este, luego de pasar con sobresaliente un rollo de exámenes y pruebas a que fue sometida.
La decepción no tardó mucho, ya que en el citado instituto politécnico los horarios de clases son alocados, y muchos estudiantes pasan horas enteras sin hacer nada productivo porque no tienen clases asignadas, o porque falta el maestro o el técnico de una de las materias.
Hay que imaginar lo que ocurre con un grupo de estudiantes sin nadie que los vigile, en un plantel estudiantil tan grande, donde al parecer no hay forma de establecer orden y control.

Las conversaciones entre los estudiantes no giran casi nunca alrededor de las materias que cursan, sino, en torno al artista urbano del momento, a la presentación de Ricardo Arjona, y a la amiguita que tiene un viejo que le da dinero, le compra ropa y le regaló un Sansumg Galaxy S5.

Luego viene el grave problema de la comida, tan mala, que ni los presos de la cárcel de La Victoria, que no tienen quien le lleve nada, se la tragarían.

Mi nieta como toda una Germán advirtió claramente que no quería volver a esa sentina llamada instituto politécnico en el que la enseñanza es peor que en las escuelas públicas tradicionales.
Ojalá que otros padres y abuelos no pasen por decepción que me llevé con el mentado instituto politécnico que es sólo bulto

Atentamente,
Ruddy Germán Pérez
periodista