Refugio de los pobres –
Señor director:
Para nadie es un secreto, que a la Fundación Cruz Jiminián, acude diariamente un mar de personas, entre envejecientes, niños y niñas, hombres y mujeres, jóvenes adolescentes y adultos, procedentes de toda la geografía nacional.
En todos ellos hay un común denominador: “Una urgencia de salud, de vivienda, de alimentación, de educación o de ayuda económica”.
Así es: Llegan todos los tipos de casos y situaciones, que envuelven a familias pobres de los más apartados lugares de nuestra geografía.
La Fundación Cruz Jiminiàn, originalmente concebida como una entidad de salud y asistencia social, se ha convertido en “receptora” de múltiples necesidades de personas pobres y muy pobres, y en “canalizadora” también, de urgentes soluciones en beneficio de los más necesitados.
Recientemente llegó un caso especialmente conmovedor a oídos del Doctor Cruz Jiminián: Un señor gravemente enfermo y que vivía con su esposa e hijos, en condiciones de miseria, pobreza e insalubridad inimaginables, pidió por caridad que se le construyera un humilde vivienda para su familia y así poder morir en paz.
El Dr. Cruz Jiminiàn diligenció los recursos y obtuvo RD$ 200,000.00 pesos de una reconocida empresa. Procedió él mismo, a dirigir los trabajos de construcción de la humilde vivienda del pobre hombre moribundo y su familia.
Al día siguiente de haber recibido la alegre noticia de que se le iba a construir su techo tal y como se lo había pedido a Cruz Jiminiàn, el señor murió.
45 días después, su viuda y sus hijos recibían el anhelado encargo.
¡Ah, y mientras se le construía su nido se les ubicó en una casa próxima a la construcción, y además, se les pagó el alquiler de dicha vivienda!. También se les garantizó la alimentación básica durante los 45 días de labor. Y por supuesto, la vivienda fue dotada de todo lo imprescindible, para que desde el más allá, el señor fallecido pueda ver feliz a su familia. Hay más testimonios de los servicios de la Fundación.
Ya lo dice el conocido y sabio filosofar popular: “Quien no vive para servir, no sirve para vivir”.
Atentamente,
Juan A. Columna
Periodista