Educación politizada
Señor director:
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Mientras más rechazos hay contra politiqueros borrachos de poder del Partido de gobierno actual, más evidencias se suman a los hechos que pululan en la administración pública, incluidos los predios de Educación a nivel nacional. Son muchos los hechos en el rostro mismo del Ministerio de Educación con pruebas fehacientes como la falta cometida recientemente por Cristian Ramos, director de un distrito educativo de Santiago en una aula de una escuela de esa provincia, donde empleó sus dotes pedagógicos para promover un compañerito suyo a un cargo electivo en 2016, y resaltó lo que están haciendo el Presidente Medina y el Ministro de Educación. Con su campaña, este distrital viola la Ley de Educación 66-97 y el Código de Protección al Menor 136-03. En esa parcela política todo el que tiene un carguito se coloca por encima de la Constitución, las leyes y la ética. Tienen perfil para dictadores.
Actuaciones como la de Cristian en Santiago, ocurren en muchos otros distritos educativos, regionales de educación y directores de escuelas y liceos en todo el país, a causa de la politización de la Educación, cuyos funcionarios al ingresar al sistema les exigen como documento obligatorio de su currículo ser dirigente/militante del PLD.
Las violaciones a ley 66’97 de esos funcionarios no trascienden a la opinión pública, quedando impune, como en otras instituciones del Estado, ya que es un blindaje full para una casta excepcional. Las sanciones son puros simulacros. El caso Cristian de quien anunciaron suspensión de funciones, es un arreglo entre si, pues la ley la prevé con disfrute y sin disfrute de sueldo. Que apueste todo el mundo que la suspensión de Cristian Ramos es con disfrute de sueldo, para que vacacione hasta que aquel acto de ineptitud y arrogancia se enfríe.
En La Vega, una directora de liceo fue suspendida en funciones por negarse mandar sus estudiantes a un evento político. Como esos funcionarios son del mismo partido político, todo queda aprobado a su favor, pero han creado un malestar general de contradicciones y desarmonía con los que no son de los suyos, que desfertiliza el ambiente educativo nacional, salvo unas cuantas excepciones.
El engreimiento partidario no deja entender cuánto se aprende y se crece dirigiendo personal políticamente plural y con posiciones encontradas. Así es que se sabe si uno/a está calificado/a para dirigir un personal de cualquier cantidad y calidad. Gracias a la tecnología se han capturado algunos de esos personajes, que ebrios de petulancia y de poder desbordan sus ambiciones engañosas, ilegitimas e ilegales.
Atentamente,
Lic. Santiago Martínez