Cójanlo

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Misión espinosa

 

En su condición de Alta Comisionada de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, la expresidenta de Chile, Michelle Bachelet, cumplió una misión escabrosa, pero responsable, en su evaluación sobre las prerrogativas ciudadanas y la crisis de Venezuela.

Reconoció que las sanciones económicas impactan a la población y agravan el malestar general, pero también que las cárceles están repletas de detenidos por ejercer sus derechos civiles de forma pacífica.

Las violaciones de los derechos humanos podrán ser más graves en Venezuela que en cualquier otro país, pero no exclusivas.

En Nicaragua, por las mismas ambiciones de perpetuarse en el poder del presidente Daniel Ortega, se han cometido deplorables atropellos a las prerrogativas ciudadanas. Michelle consiguió al menos la promesa de Nicolás Maduro de liberar a los privados de liberad por disentir del Gobierno, así como la instalación en Venezuela de una comisión de la ONU para dar asistencia técnica y monitorear la situación de las libertades.

La evaluación de Bachelet, respetada por su integridad e ideas democráticas, puede ser el preámbulo para el reinicio del diálogo arbitrado por la ONU.

El Nacional

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