Diálogo escabroso
Las múltiples rondas que se han cerrado sin acuerdo evidencian lo escabroso que ha sido el diálogo entre el Gobierno y la oposición de Venezuela para encontrar una salida a la prolongada crisis que agobia a la nación. Sin que precisamente sean más esperanzadoras por todos los obstáculos que se han de sortear, resulta de todas formas alentador que las partes mantengan el espíritu de dialogar. La ronda que se ha iniciado en Barbados, coordinada por el Gobierno de Noruega, es una buena oportunidad para derribar algunos tramos que impiden un gran acuerdo en Venezuela. El presidente del Parlamento, Juan Guaidó, sabe que no se puede enrocar con fórmulas inviables bajo el supuesto de que cuenta con el reconocimiento como encargado interino del Ejecutivo de más de 50 países. Pero tampoco Nicolás Maduro se puede atrincherar porque sea quien detente el poder real en Venezuela. Maduro sabe que si quiere que se eliminen las sanciones que ha provocado con sus violaciones tiene que comenzar por restaurar el orden democrático. El escenario es complejo, pero no al extremo de que no se pueda llegar a un necesario acuerdo.