Semana

Como cada Domingo José Rafael Sosa

Como cada Domingo José  Rafael Sosa

Se nos fue Hilda Celeste

Esta semana ha partido a la luz del cielo, víctima de un tumor, la pastora pentecostal Hilda Celeste Galván Susaña, natural de San Juan de la Magua, parte de una familia muy destacada por la vía de la ciencia, la docencia, lo cristiano y lo académico.

¿Qué de particular tiene esta despedida? Que impulsó hace dos años a mil 200 internos de la Penitenciaria Nacional de La Victoria, incluyendo privados de libertad por robo, asesinatos y otras ofensas graves y menores para entregarle una placa por haber mantenido durante más de 20 años en ese penal, el Ministerio Pan de Vida, que logró la conversión de más de 500 reclusos, los cuales orientaron su vida al Dios del cielo.

Nacida en 1945, hija de Amado Galván e Hilaria Susaña, era la esperanza de su padre para que se convirtiera en la primera médica de la familia, pero se unió maritalmente y en matrimonio con Cándido Abreu Alcántara, radicándose en Barahona, con quien procreó a sus hijos Cándida, Manuel, Josefina y Oscar, dedicándose primero a negociar con mercancías que compraba en Santo Domingo, Haití, Curazao y finalmente fue la descubridora de la vida de negocios que era Venezuela, para finalmente establecer una farmacia en Sabana Yegua, Azua, la cual era la única de la comarca y le exigía servir de día y de noche, además de viajar a la capital para surtirla.

Ayudaba a su hermano William Galván, catedrático en Psicología de la UASD, quien debió sumergirse para elaborar su tesis de psicólogo, en el mundo de los presos de La Victoria y en especial con los presos políticos de los famosos 12 años de Balaguer.

Comenzó su relación con esos prisioneros, enviándoles analgésicos y vitaminas para los efectos de golpizas que sufrían y tras un evento evangélico ofrecido por el evangelista boricua Rafael Ortega, se convierte a Cristo, iniciando una trayectoria de misionera que le hizo fundar su primera iglesia en la Cárcel Pública 19 de Marzo de Azua, controlada por el Ejército, y a impulsar la creación de iglesias Pan de Vida en cárceles de Santo Domingo, Monte Plata y La Victoria, además de que llevó su Ministerio a Estados Unidos, Venezuela, Cuba, Colombia y Corea del Sur (donde era embajador su hermano Héctor, actual embajador en Sudáfrica). Sus tres hijas son pastoras de la Iglesia.

Era una mujer imbuida en la fe en el Señor, al punto que creía más en la providencia que en la ciencia. Siempre decía: “Dichosos quienes han escogido poner su vida a servicio de los demás, dándose por completo para hacer más bella esta tierra. Son los que están cambiando este mundo.”
Mis condolencias a esta amada familia Galván.

El Nacional

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