El último comunicado de la Conferencia del Episcopado Dominicano, señalado “ante el resurgimiento de las causales del aborto”, marca en sus doce puntos, una misoginia intolerable, junto a la falta de respeto al Estado y su administración, utilización de argumentos de manipulación, entre otras cosas, pero sobre todo, mucho desprecio por las mujeres, su dignidad y su vida.
Su discurso empieza siempre alegando la inconstitucionalidad de la despenalización, juicio recurrente en el discurso de los prelados que saben que no es cierto: una causal es una eximente por razones de fuerza mayor, tal como lo es la legítima defensa, por lo tanto, la misma Constitución alegada es una razón para las causales.
Más bien lo inconstitucional, y que consta en la Carta Magna, es la injusticia de obligar a todas las mujeres que cursen embarazos a poner en riesgo su integridad, dignidad y vida.
La despenalización por causales que no obliga a nadie, y apoya a la mujer en su decisión, sea la que sea, nos muestra como los doce puntos de la Pastoral, niegan los principios cristianos, de igualdad y respeto entre las personas y sus circunstancias.
Hablan del principio de vida desde la unión de óvulo con el espermatozoide, cuando la ciencia no se cansa de demostrar que, a esa unión le sigue un proceso de desarrollo de semanas hasta que haya vida independiente, y manipular llamando al embrión “niño”, para justificar derechos.
Y eso que, en nuestra legalidad, persona es quien nace vivo y viable.
Se manifiestan “estremecidos” por el “sacrificio” cuando el producto que no será viable, sin que nunca hayan reaccionado, a los veinte crímenes de pederastía cometidos por sus sacerdotes contra niños/as que si vivían.
Hablan de la presión que ejerce una minoría para la despenalización por causales, y no reconocen la coacción y apremio perversos en que tienen algunos purpurados a los poderes, con amenazas políticas.
La presión de las mujeres dominicanas, es justa y no es de la minoría, es la mitad de la población que reclama por su vida desde hace décadas.
Este desprecio total por las vidas de las dominicanas, altamente misógino desde las propias iglesias, es testimonio falso del verdadero mensaje cristiano y, además, nos descubre conceptos alejados de la Verdad y una serie de instituciones religiosas que son empresas, que no se corresponden con ella.
Por eso, en el mundo crece la apostasía y la abjuración al bautismo, tácita y explícitamente, porque nos alinea con establecimientos comerciales, dichos religiosos, que, al final, Jesús, jamás reconocería.
¡Habrá que pensar seriamente en eso!
Por: Susi Pola
susipola@gmail.com