Editorial

Con el Cardenal

Con el Cardenal

El cardenal Nicolás de Jesús López Rodríguez ha interpretado fielmente el sentir de la sociedad dominicana al reclamar  que cesen los acosos contra la Junta Central Electoral (JCE), institución que por el bien de la democracia requiere  de los partidos políticos  un apoyo total, permanente y definitivo.

Tal y como señala el prelado, los candidatos presidenciales están compelidos  a aceptar la premisa  constitucional de que la JCE es el órgano facultado para organizar las elecciones del 20 de mayo de 2012, informar  sobre sus resultados y proclamar al candidato ganador.

Ese tribunal comicial ha sido objeto en las últimas  semanas de  desproporcionados ataques que colindan con lo que podría definirse como  sistemática campaña de descrédito, pues las críticas que se vierten contra sus jueces y funcionarios son  inconsistentes y ajenos al derecho y a la sensatez.

Los detractores de la JCE no han podido aportar ningún fardo probatorio que sustente el temerario criterio de que  esa institución ha elevado proa  en dirección contraria a la institucionalidad y a la credibilidad, como tampoco  son válidos los malos agüeros de que por  tales supuestas faltas  el proceso democrático marcha hacia el precipicio.

No resulta saludable para el proceso electoral ni para la democracia  que  líderes, candidatos o partidos  socaven el bien ganado prestigio de ese tribunal comicial y procuren resucitar viejos demonios de fraudes electorales, lo que sólo conllevaría a alentar crisis antes o después  de las votaciones.

Con su  reclamo a que cesen los agravios contra la Junta,  el Cardenal hace uso de  su  gran influencia  social para  desalentar delirios y evitar retrotraer a la nación a tiempos de intolerancia o de confrontaciones  derivadas de procesos electorales cuestionados con razón o sin ella.

Por 45 años consecutivos aquí se  celebran elecciones cada cuatro años, las primeras de ellas signadas por  denuncias de fraude o  abstención electoral provocada por  la represión oficial, pero desde 1978,  con sus altas y sus bajas, la voluntad popular ha sido respetada y ha podido  sobrevivir a pérfidas imposiciones.

Ojalá que  las palabras del Cardenal lleguen  hasta la conciencia de quienes  incurren en la temeridad de desmoralizar y desprestigiar a la Junta Central Electoral,  aunque se advierte que  tales intentos  no prosperarán ni  la democracia caerá por ningún precipicio.

El Nacional

Es la voz de los que no tienen voz y representa los intereses de aquellos que aportan y trabajan por edificar una gran nación