Editorial

Conmoción

Conmoción

Sin recuperarse de la conmoción que produjo la muerte de  seis pasajeros y tres tripulantes que viajaban a bordo de un jet que se precipitó a tierra el miércoles en el entorno del Aeropuerto de las Américas, la ciudadanía aguarda por los resultados de las investigaciones que sobre la tragedia realizan las autoridades.

No resulta aconsejable que se hilvanen conjeturas en torno a las causas que provocaron el fatal accidente de esa aeronave propiedad de la empresa Helidosa, que había despegado desde el aeropuerto Isabela para pocos minutos después estrellarse  sobre una zona  distante a la pista de la otra terminal.

Se ha dicho que entre el ascenso del jet ejecutivo y  el momento de su precipitación transcurrieron unos 16 minutos, tiempo durante el cual el piloto de la aeronave informó a las torres de control de ambos  aeropuertos que confrontaba  dificultades.

Ante cualquier escenario derivado de las pesquisas que se realizan, la sociedad dominicana lamenta profundamente la muerte del piloto Luis Alberto Eljuri, Víctor Emilio Herrera, Verónica Estrella, Debbie Von Marie Jiménez,  José Ángel Hernández, Keiyan Hernández Peña, Jayden Hernández, Jassiel Silva y Yeilianys Meléndez Jiménez.

El avión accidentado, matrícula HI1050, tenía previsto cumplir la ruta desde el aeropuerto Isabela a la ciudad de Orlando, Florida, con un historial de ocho viajes previos en los últimos cuatro días que incluyeron trayectos  desde y  hacia  Miami, Los Ángeles, Denver, Bahamas y San Juan, Puerto Rico, desde donde había retornado la misma tarde del accidente.

Ese percance constituye un duro revés para la aviación dominicana que sería objeto de investigación por organismos o agencias internacionales vinculadas con la fiscalización de la industria aeronáutica, pero se insiste en señalar que la tragedia ha sido la muerte de nueve personas.

Autoridades y  empresa propietaria del avión siniestrado están compelidos a ofrecer adecuado acompañamiento a familiares y relacionados de las víctimas, a ofrecerles las informaciones pertinentes y a señalarles los derechos o prerrogativas a las que pueden apelar en los ámbitos jurídico o administrativo.

En tan aciagos momentos de luto y dolor no deberían producirse  borrascas  especulativas, rumores maliciosos o aprovechamientos políticos o corporativos con la desgracia ajena. Lo sensato debe ser  aguardar por los resultados de las investigaciones que  en torno a ese fatídico episodio realizan las  autoridades.

El Nacional

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