La gran responsabilidad en torno a la suerte del llamado proyecto de modernización fiscal la tiene el Congreso, que el presidente Luis Abinader definió como el escenario para discutir cualquier modificación de la pieza.
No significa que el mandatario se haya retirado por completo del diálogo, como se ha evidenciado en algunos encuentros con diferentes sectores.
Con su respuesta Abinader deja claro que no retirará el proyecto, como ha sugerido la oposición y economistas de su entorno, para buscar algún tipo de consenso con los sectores que se consideran afectados con los gravámenes o la eliminación de exenciones.
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La decisión del mandatario de delegar las discusiones en el Congreso no deja de plantear cierta confusión toda vez que el ministro de Hacienda, José Manuel Vicente, había expresado que se estaba en disposición de analizar cualquier error garrafal en el proyecto que tanto revuelo ha causado entre los empresarios y otros sectores.
Abinader defendió la reforma, que dijo su Gobierno ha asumido con responsabilidad. Al señalar al Congreso como el escenario para las discusiones se da por descontado que el mandatario acogerá cualquier modificación, máxime cuando tanto el Senado como la Cámara de Diputados son controlados por el oficialismo.