Decisión impostergable
Recientemente el Ministro de Agricultura de este gobierno del Partido de la Liberación Dominicana, Ángel Estévez, que preside el compañero Danilo Medina, hizo pública su preocupación por la forma absurda, improcedente y negativa, que en el Cibao Central, en el área que corresponde al Valle de la Vega Real, y también al Valle de Bonao, la construcción de gigantescas urbanizaciones, la mayoría de las veces y otras veces en la improvisación de barrios populares, se ha ido ocupando las tierras fértiles y productivas de esa región de la isla de Santo Domingo, o La Española, como la bautizó Cristóbal Colón.
Que en la realidad incuestionable e indiscutible, en el escenario de la riqueza sin igual de nuestro país, son regiones agrícolas que sin ser una exageración, constituyen una de las regiones más fértiles del mundo. Un sabio británico, arquitecto que ganó el reconocimiento como autor de los planos del Faro a Colón, decía que los dominicanos ignorábamos la extraordinaria riqueza del Valle de la Vega Real y del territorio nacional.
El autor de esta columna, de origen urbano, en su nacimiento, nacido en el corazón del barrio de Gazcue de Santo Domingo, en el año del 1936 y criado a partir de los diez años de edad, no cumplidos, en Montecristi, nuestra patria chica, tuvo la oportunidad de vivir en un escenario agrícola de primera categoría, donde estaba ubicada la División Berlanga, conocida con el nombre de Grenada Company Co., que era propiedad de la United Fruit Co., (Mamita Yunai), la compañía agrícola en aquel entonces más poderosa del mundo. Allí, en aquel ambiente extraordinario, por su capacidad de producción y por la forma en que se cultivaban los guineos, nuestro padre, antiguo oficial del ejército, como empleado de la Grenada en su división agrícola, terminó convirtiéndose en un Agrónomo empírico de primera categoría. Fue en ese lugar, donde comenzamos a escuchar de la capacidad productiva del escenario agrícola de nuestro pueblo.
Muchos años después, nuestro padre decía con la autoridad que tenía, que el país estaba en capacidad de producir alimentos para una población de treinta millones de habitantes y que lo que estábamos obligados hacer los dominicanos, era aplicar métodos científicos en las regiones fértiles de la producción agrícola. Él decía que los valles del Cibao, San Juan de la Maguana, Bonao, Constanza y Peravia, eran escenarios de riqueza tan grande, con agua suficiente que debía represarse y construir canales para irrigar la siembra de arroz y cítricos. ¡Qué sabio era nuestro padre y cuanta firmeza y autoridad demostraba en lo que decía!. Existen muchas personas que lo conocieron, entre ellas un admirado y querido amigo del autor, excelente profesional agrícola, que se llama Hipólito Mejía, a quien le ha tocado el honor de haber sido presidente de la República.
Es necesario que el Ministerio de Agricultura, con el apoyo frontal, definido, enérgico del gobierno del PLD, que preside Danilo Medina, de origen rural y conocedor de la verdad de lo que estamos diciendo, suspenda e impida con el ejercicio de la autoridad, ese crimen inaceptable que se está cometiendo no solamente contra la generación presente sino también, contra los hijos de nuestros hijos y los descendientes de nuestros nietos. ¡Manos a la Obra, sin temor!