“El final de los días”

El pasado 18 de octubre fui sacado de mi cama por un sargento y un teniente de la policía que atendieron a una llamada de mi hija de crianza porque supuestamente “Estaba violento y tanto ella, como su mama, corrían peligro y yo tenía una pistola”. Estaba dormido al llegar la patrulla y no existía la tal pistola y mis actos de violencia fueron una palabra fea a mi esposa, que ese día me había agredido emocionalmente en más de cinco oportunidades, que saque parte de sus ropas del closet y le di un estrellón a la puerta de la habitación.

Eso me costó, gracias a mi hija, a la que he dado un trato especial por más de 12 años, que me llevaran como un delincuente al tétrico destacamento de “La 40” de Cristo Rey y permanecer allí unas 11 horas sin los cordones de los tenis y sin correa.

Ha sido mi primera experiencia preso. Será parte de un libro que escribiré sobre “amores perdidos” y que contendrá un capitulo que analizará como se ha organizado una estructura judicial, a propósito de la violencia intrafamiliar, que es una trampa orquestada para crucificar a los “malditos hombres”, pero lo que me aconteció a mi es “paja pa la garza” comparado a la amarga experiencia vivida en Baní por dos adolescentes a los que cuatro salvajes(escudados en ser policías), le mataron, delante de ellos, a su papá y su mamá, al parecer por encargo, para eso solo sirven los que están supuestos a cuidarnos. No conformes con su bestial acción obligaron a uno de los muchachos a subir el cadáver de su madre en su camioneta. Se puede pedir más sadismo?

Recientemente mataron a un expolicía su apodo era “gatillo alegre”, en “La Victoria”, que enterraron como un héroe a pesar de que su historial policial y de sicariato le atribuía más de 30 muertes, “La Soga” aun no aparece, ahí está el enmarañado y alucinador asalto a la cárcel de Najayo y el show novelesco que envuelve al Senador por San Juan. Estamos llegando al fin de los días?