El termino «woke», que significa «desperté» ha generado una batalla política y cultural en Estados Unidos cuyas implicaciones merecen ser destacadas. Se atribuye su origen dentro de la comunidad negra de esa nación queriendo decir que estaba alerta a la injusticia racial, resurgiendo en la última década con el movimiento Black Lives Matter, nacido en rechazo a la brutalidad policial hacia personas afrodescendientes, ampliandose luego su uso.
El diccionario Oxford definió recientemente el término «woke», como: «Estar consciente de temas sociales y políticos, en especial el racismo», agregando «Esta palabra a menudo se usa con desaprobación por parte de personas que piensan que otras personas se molestan con demasiada facilidad por estos temas, o hablan demasiado sobre ellos de una manera que no cambia nada».
También es usada con desaprobación para referirse a alguien políticamente liberal, como en asuntos de justicia racial y social, especialmente de una manera considerada irrazonable o extrema.
Osea que mientras que para algunos ser «woke» es tener conciencia social y racial, y cuestionar los paradigmas y las normas opresoras impuestas históricamente por la sociedad, para otros describe a hipócritas que se creen moralmente superiores y quieren imponer sus ideas progresistas sobre el resto.
Para las personas «woke», es una forma de protesta no violenta que permite empoderar a grupos históricamente marginalizados de la sociedad y corregir comportamientos, sobre todo de los sectores más privilegiados, que hasta ahora eran parte del status quo y persistían sin castigo ni cambio. Para los críticos es corrección política llevada al extremo que atenta contra la libertad de expresión y los valores tradicionales estadounidenses.
Lo que comenzó como un choque cultural se ha ido conviertiendo en un enfrentamiento político, sinónimo de políticas liberales o de izquierda que abogan por la equidad racial y social, el feminismo, el movimiento LGBT, el uso de pronombres de género neutro, el multiculturalismo, el uso de vacunas, el activismo ecológico, el derecho a abortar, etc, políticas con las que se asocia al Partido Demócrata y su ala más liberal.
En contraposición, el ala más extrema del Partido Republicano, considera que estas políticas representan no solo una amenaza a los valores de familia, sino incluso a la misma democracia, a la que se quiere «reemplazar con una tiranía woke».
Como podemos ver la Cultura Woke se ha convertido en combustible y munición de las convicciones enfrentadas, donde cada grupo defiende su razón, aunque sean absurdas o equivocadas en estos tiempos de la posverdad.