El jefe de la Policía, mayor general Manuel Castro Castillo, ha advertido que llegó la hora de limpiar esa institución de “arriba abajo”, con lo que parece anunciar una nueva tanda de excomulgación de oficiales, clases y alistados que han incurrido en lícito penal o conducta impropia.
Esa gestión de profilaxis debería ser permanente si de verdad se aspira a cambiar radicalmente la percepción que la población tiene de la Policía de que muchas veces delincuentes parecen perseguir a delincuentes.
Es saludable también el programa aplicado por la jefatura policial de reconocer a aquellos integrantes que realizan labores encomiables o meritorias en el cumplimiento de sus deberes, toda vez que resaltar conducta positiva ayuda a desalentar la comisión de acciones negativas.
Para poder poner la casa en orden, como ha prometido su titular, se requiere que previamente Gobierno y jefatura acomoden las suyas para que puedan cumplir con las dilatadas promesas de reivindicaciones laborales a los más de 25 mil efectivos que tienen a su cargo el resguardo del orden público, de las propiedades públicas y privadas.
Hace más de una semana que el mayor general Castro Castillo anunció que se aplicaría “un sustancial aumento salarial” en favor de los miembros de la institución, “desde generales hasta alistado”, pero esa promesa no parece aún en vía de ejecución. Es claro que para que la Policía pueda cumplir cabalmente con su elevado rol y aun, para que su jefatura invoque calidad y autoridad “para poner la casa en orden”, se requiere satisfacer condiciones materiales mínimas para que esa labor se realice con dignidad, disciplina y entusiasmo.
El salario de un policía en términos reales está por debajo del renglón mínimo establecido por el Ministerio de Trabajo y no son envidiables sus conquistas de seguridad social, menos aún los planes de viviendas, escolaridad para sus hijos, ni de retiro digno. Al resaltar la anunciada voluntad del jefe de la Policía, de “limpiar la casa de arriba abajo”, se sugiere que simultáneamente con ese histórico paso se proceda a higienizar también las condiciones de vida y de trabajo para todos sus integrantes, en el entendido de que disciplina y estómago deben marchar juntos.