Nadie puede ocultar que hoy día, dentro de las filas de la obra política que más cuidó Juan Bosch, el Partido de la Liberación Dominicana,existen dos grandes grupos.

Actualmente uno se presenta con varios precandidatos presidenciales. El otro, siendo más sabio e inteligente, ha logrado consolidar una precandidatura que ante los ojos de la sociedad luce realmente imbatible, imposible de derrotar.
Ahora bien, resulta natural que la oposición política hable y pretenda inyectarle a la población las supuestas contradicciones de fondo que impedirán la unidad interna del PLD necesaria para ganar en el 2020.

Pero lo preocupante es observar cuando algunos miembros del partido morado,lamentablemente pertenecientes a sus altos organismos, se destapan y, sin ton ni son, presentan un panorama desolador, de revuelta inminente dentro de las filas del peledeismo, y de unas supuestas heridas e insultos insalvables que se extienden desde la tierra hacia el cielo.

Hacia lo interno de toda organización política existe un principio básico: no siempre es oportuno decir lo que se piensa. Al fin y al cabo, las diferencias siempre serán echadas a un lado en aras de mantener la unidad para el triunfo.

Es verdad que en ambos grupos anidan miembros que suelen hablar más de la cuenta.Por eso las cabezas pensantes deberían mandar a callar a todos aquellos que desde que ven un micrófono cercano comienzan a hablar sin medir las consecuencias. He dicho.