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DE SALUD Y OTRAS COSAS

DE SALUD Y OTRAS COSAS

Fiesta de la democracia.-

Adriano se levantó a las cinco de la mañana de hoy para acudir al centro de votación donde le correspondía sufragar.

A sus 35 años ya había votado en otros certámenes pero ahora tendría que hacerlo en las municipales, es decir, por los alcaldes y regidores que son los gobiernos locales.

Él trabaja como varillero en las construcción y ese día dejó “el diario” en su casa, trescientos pesos; para un caldo con lo que alimentaria a tres muchachos y a su pareja, mulata apenas alfabetizada que “se la llevó” de un campo de Monte Plata.

Mi personaje tenía apenas 50 pesos en los bolsillos con los que pagó un café con pan en la esquina y dejó algo para Miñín un motoconchista de confianza que abordó.

Cuando se desmontó en su recinto electoral ya la gente estaba colocándose en fila para iniciar las votaciones…

Se le acercó un sujeto con una cachucha cuyo color y siglas denotaban que era partidario de uno de los contendientes: “‘Montro’ ¿qué te hace falta”? ¿Tú sabes votar? ¿Ya estás decidido?”…

Aunque es raro el tipo de participante que se acerca a un centro electoral para asumir a última hora una decisión que ha estado madurando. El dominicano promedio es chivo o bronco a la hora de confesar intimidades.

A pesar de la amplia y educativa campaña de la Junta Central Electoral para que la gente aprenda a votar; a pesar de la nueva Ley Electoral y la regulación de los partidos en sus normativas, son muchas las informaciones y en poco tiempo, que debe manejar el ciudadano de a pie para acudir en libertad de conciencia y colocarse frente a una urna.

Abruma un poco el hecho de votar en febrero, en mayo y quizás en junio.

Parece que Adriano, trabajador por cuenta propia, pensó que no dependía de los resultados electorales para seguir retorciendo varillas

En ese preciso instante él sabía cuáles eran las intenciones del activista que tenía en frente.

Pensó en su padre que siempre votó colorado; en su tío que era loco con Peña y en su abuela (que fue quien le crio), que fue fanática del Profesor.

Ni si quiera su mujer sabía por quién él votaría.

Lamentó que su pareja había perdido la cédula un día que su casita se le inundó.

Esos minutos le parecieron horas… no sabía lo que le respondería a ese buscón… volvió a mirar a la cara a su interlocutor que exhibía un llamativo diente de oro.

Pensó en una cadena de oro y un reloj que tenía empeñado en la compraventa de Milito, que por solo mil pesos y sin recargos, le devolvería sus prendas.

El seductor ofertante se retiró para volver a la carga a eso de las 8:30 cuando se inició el proceso.

Adriano al llegar tan temprano, fue el quinto en votar. En tono cortante le dijo a su acosador: “no sé por quién voy a votar”….

Se tranquilizó pues en su mesa se votó marcando las caras de los candidatos; por un momento pensó en la cañada que pasaba por su patio; en los apagones; en la inseguridad ciudadana…. Y decidió votar haciendo un ejercicio infantil.. “Tin marín de dos pingüe, cúcara mácara títere fue”.

El Nacional

La Voz de Todos