Opinión

Desorden

Desorden

San Francisco de Macorís no se repone del dolor que ha causado la muerte de cinco jóvenes en un accidente que quizás pudo evitarse si la sociedad toda hubiese renunciado a convivir en un estado de caos y anarquía en el sistema de tránsito y transporte.

Esos muchachos viajaban de madrugada por la carretera de Ranchito, La Vega, en un vehículo conducido a alta velocidad con la insensatez que depara una corta edad junto a la letal combinación de la ingesta de alcohol, pero la responsabilidad mayor por esa calamidad recae sobre autoridad y colectividad indiferentes y tolerantes.

Los hospitales públicos de traumatología dedican la mayor parte de sus recursos económicos y logísticos a atender pacientes gravemente heridos en accidentes de tránsito, muchos de los cuales mueren en las salas de cirugía o de cuidados intensivos.
Durante el periodo 2005-2018 se han producido 24 mil 537 muertes por accidentes de tránsito, según cifras oficiales que revelan la magnitud de un flagelo que es principal causa de decesos en República Dominicana.

El alcohol y la velocidad son también factores esenciales de tan elevadas cifras de accidentes fatales, a los que se suman los provocados por camiones, patanas, minibuses y autobuses conducidos por choferes irresponsables.

República Dominicana figura en los primeros lugares del mundo en países con alta mortandad por accidentes de tránsito, lo que se atribuye a la carencia de educación ciudadana o vial y de consecuencia frente a la violación a la ley, por lo que las autopistas se vuelven mantos de muerte y las ciudades asentamientos del desorden.

Se calculan en centenares de millones de pesos las pérdidas económicas que ocasionan los cotidianos taponamientos en casi todas las intersecciones, avenidas, túneles y elevados, que también producen un estrés colectivo, como si en todas las ciudades se impusiera la ley de la selva.

La tragedia que ha significado la muerte de cinco jóvenes de San Francisco de Macorís consterna a la sociedad toda y obliga a las autoridades a despertar de su largo letargo y acometer un urgente programa de educación vial, prevención de accidentes de tránsito y de resuelta aplicación de la ley para poner fin a una situación de caos que genera muertes, inhabilitación física, ausentismo laboral y mucho estrés.

El Nacional

La Voz de Todos