POR: Antonio Almonte
aalmonte@hotmail.com
Africanos
En estos días se vive a diario en las plazas y parques céntricos de Madrid una novedad lastimosa. En cualquier momento se siente el rumor del trote atosigado de hombres que huyen mientras murmullan expresiones indescifrables.
Se trata de un punado de hombres jóvenes de piel negra azabache, vestidos al estilo criollo de Senegal, de Togo, de Costa de Marfil y también de Mali, con un «conjunto» de pantalones y camisones anchos, en colores lisos, blanco, azul celeste o crema casi zapote. Llevan al hombro una carga liviana sujeta en una delgada lona o manta blanca, resistente, y atada por las cuatros esquinas con cordeles del mismo material. Gente tan parecida y con bultos de tan semejante formato que los españoles los han bautizado como «los hombres de la manta».
Se trata de africanos ilegales, literalmente sobrevivientes, filtrados entre púas y perdigones por los escasos poros de las grandes vallas levantadas por las autoridades españolas en las fronteras de Ceuta y Melilla.
Esos jóvenes no tienen manera de conseguir un empleo o ayuda del Estado español y para sobrevivir se dedican a la venta de chucherías en las plazas públicas. Siempre se instalan en grupo. Como se trata de ilegales, la policía los persigue y para evadir a los agentes los africanos colocan a algunos de ellos en posiciones claves, como vigías, para que avisen al resto si ven aproximarse a los policías.
Es un espectáculo impresionante y a la vez triste, observar como en medio de una venta a un turista, a veces sin llegar a cobrar el dinero, de súbito agarran nerviosos los cuatro cabos sueltos de la manta, la levantan y la enrollan hasta convertirla en una especie de bolsa blanca que se echan al hombro para encaminarse raudos entre los transeúntes.
El hecho se repite de día y de noche por el centro turístico madrileño y la tensión del corre-corre llega a veces hasta los vagones del Metro.
Ese corre-corre en día claro, es una novedad preocupante. La avalancha migratoria y su manejo es un desafío para los Estados liberales del siglo 21.
 
 
 
                                      
             
             
             
             
             
  
                                 
                                 
                                 
                                 
                                