Claves de una convención
Hasta la fecha, nadie ha podido presentar una sola prueba o evidencia de trampa o plan de fraude en la convención del PRM el pasado domingo 26 de abril.
Tanto la corriente de Hipólito Mejía, como la de Luis Abinader participaron confiados en la buena fe del adversario, en la integridad de los miembros de la Comisión Organizadora y delpresidente y el secretario general del PRM.
Hubo, nadie lo duda, fallas técnicas, déficits logísticos y notable precariedad de tiempo y de recursos económicos, y esas faltas se reflejaron en las colas de votantes que permanecieron durante horas esperando un material de votación que en algunos lugares nunca llegó y en otros arribó con notable retraso.
¿Por qué esos hechos no pudieron ser imputados a una intención fraudulenta? Simplemente porque los delegados políticos y técnicos de cada aspirante participaban sistemáticamente en las decisiones y tareas de la Comisión Nacional Organizadora y se mantuvieron 24/7 – según la jerga popular- en el centro de cómputos, en el almacén, durante el despacho del materiales y el transporte y entrega de los mismos en su destino final. Nadie se acusa a sí mismo de fraudulento.
Hipólito y Luis hicieron respetar su compromiso con su partido y con la sociedad
Además, tanto Hipólito como Luis daban instrucciones concretas a sus seguidores para respaldar a la Comisión Organizadora y a resistirse a las tentaciones de utilizar malas artes contra sus compañeros. Ambos líderes hicieron respetar sus compromisos con su partido y con la sociedad.
Hubo lugares donde algunos dirigentes medios quisieron boicotear los trabajos, pero no tuvieron éxito porque sus jefes políticos los regresaban a la cordura. La responsabilidad con que actuaron Hipólito y Luis fue tal, que la Comisión Organizadora recurría a ellos cada vez que se presentaba una situación de tranque en algún municipio.
Lamentablemente, el curso del proceso fue más lento en el exterior, y aunque se arribó a un consenso para organizar la votación en los Estados Unidos, Puerto Rico y España, surgieron contradicciones de último minuto, en el terreno, y quedaba tiempo para resolverlos. El acuerdo más sensato, aunque lamentable, fue la suspensión.