Con el registro pautado para hoy del Partido Revolucionario Mayoritario por ante la Junta Central Electoral, se estará concretizando otra escisión dentro del Partido Revolucionario Dominicano. Aunque aún queda por ver el impacto real de esta división, la misma indudablemente tendrá un impacto relevante en el sistema de partidos de nuestro país. Si bien la mayoría de los generadores de opinión y políticos de nuestro país entiende que la Ley de Partidos debe llegar para evitar estos tipos de problemas, la realidad es que probablemente este problema sistémico no tenga remediaciones de derecho, sino de hecho.
Indistintamente de los hechos que nos han traído hasta lo que estamos viendo hoy, la realidad es que ya el ex Presidente y candidato en las últimas elecciones, Hipólito Mejía y así como el pre-candidato presidencial, Luis Abinader, han formado su propia organización política alejada del PRD. Dada la relevancia de estas figuras en ese partido, es posible que el impacto sobre el mismo sea significativo y que por tanto las posibilidades de triunfo para cualquiera de los “Partidos Revolucionarios” en el año 2016, en efecto, se hayan esfumado.
Analizar en búsqueda de culpables es, a estas alturas, un ejercicio totalmente absurdo e innecesario, lo importante es poder evaluar en su total dimensión el impacto que esto pudiera tener sobre el sistema de partidos dominicano.
No hago expresa mención sobre los comúnmente citados “daños a la democracia” porque la democracia se sustenta en instituciones y no en partidos, y el equilibrio y la fiscalización de las instituciones la ejercen los ciudadanos, y no por obra y gracia de los partidos políticos, quienes han querido venderse como indispensables para sostener algo que ni en sus propias estructuras internas son capaces de ofrecer.
Junto con la debacle del Partido Revolucionario Dominicano se ha reflota el tema de la Ley de Partidos como remedio a estas situaciones, especialmente reiterativas para ese partido. Para el que ha tenido el cuestionable placer de leer el último anteproyecto que circuló de la ley, es claro que la misma llegaría no a resolver los problemas ya persistentes en los partidos políticos sino a exacerbarlos, en adición a cimentar un sistema electoral más excluyente y oligopólico del que ya hemos venido padeciendo por décadas.
De forma interesante la situación actual genera un vacío importante, que ineludiblemente va a ser llenado. Es emocionante pero a la vez muy aterrador imaginar que pudiera llenar ese vacío ahora que el principal partido de oposición decidió auto-aniquilarse. Me atrae mucho la idea del surgimiento de un nuevo partido movilizado por una democracia interna más participativa de sus bases en sus decisiones políticas, con nuevas ideas, más pragmatismo y políticamente innovadores; pero al mismo tiempo me preocupa mucho que esto, que se presenta como una verdadera oportunidad, termine degenerando en procesos como los de Venezuela, Ecuador o Bolivia que podrían resultar muy costosos para nuestro país. El PRD siendo el PRD ha vuelto a poner las cosas interesantes, esperemos que al final sean para bien.