Empieza febrero, el mes de la exhalación de la Patria, y abundarán las referencias heroicas masculinas porque, la acción independentista se relata con apenas datos de las mujeres presentes en el proceso y en la Puerta del Conde, apoyando y arriesgando su vida por la patria de incipiente cuño y discriminadas por el androcentrismo de los historiadores e historiadoras.
La historia universal tiene una deuda pendiente con las mujeres del mundo entero, por habernos omitido de sus páginas inmisericordemente, es imposible que, siendo un poco más que la mitad de la humanidad y con acciones amplias y reconocidas de responsabilidad sobre la otra mitad, no hayamos contribuido activamente en las gestas históricas.
Pero la cultura patriarcal se empeñó en hacernos invisibles, reconociéndonos a través del enfoque familista, como “la madre de…”, “la hija de…”, “la esposa o la amante de…”, es decir, siempre con respecto a los hombres de nuestro entorno inmediato, todo a pesar de que las mujeres hemos ejercido una ciudadanía activa a partir de roles diferentes, desde siempre y lejos en la historia.
Como dice la reconocida historiadora dominicana, Valentina Peguero: “La historia dominicana, como la historia de cualquier otro país, no se puede escribir al margen de la participación de la mujer en el proceso político, sin embargo, innumerables obstáculos han impedido que se registre el nombre de muchas de ellas” […] “La historiografía dominicana revela que desde el inicio de la república en 1844 la mujer ha contribuido significativamente al proceso del desarrollo político del pueblo dominicano”. (Tomado de Mujeres Dominicanas en la Trinchera Política: La Lucha de Minerva Mirabal / Primera de dos partes, artículo publicado en la página WEB del Centro de Estudios La mujer en la historia de América Latina. Edición Responsabilidad de CIMAC)
Lo cierto es que las mujeres de febrero de 1844, desde sus espacios tradicionales o no, hicieron aportes a la gesta de la independencia sin los cuales no hubiera sido posible el nacimiento de nuestra nacionalidad y aunque la Trinitaria era una asociación masculina, como era la costumbre de la época, las mujeres estaban incluidas en los planes de participación.
A las febreristas, o Comunicadas”, por su rol de intervención desde los distintos escenarios en la conspiración, existieron y aportaron, por lo que, este febrero, las queremos aludidas y mencionadas desde todos los espacios nacionales.
Aquí, comenzamos hoy, el día primero, invitando a quienes referirán la gesta en discursos de febrero, a nombrarlas. ¡Es de justicia!