Con la muerte de Hatuey De Camps Jiménez, acaecida el viernes, la nación pierde a uno de sus dirigentes políticos de más arraigo y carisma en las últimas cuatro décadas, aguerrido soldado de la democracia que se mantuvo siempre en la primera línea en defensa de las libertades públicas.
Su fulgurante carrera política tuvo su preludio en la trinchera estudiantil al erigirse como uno de los líderes de mayor reciedumbre de la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD), donde condujo la lucha en reclamo de un mayor presupuesto para esa academia.
Al interior del Partido Revolucionario Dominicano (PRD), donde militó por 45 de los 55 años de carrera política, libró junto al fenecido doctor José Francisco Peña Gómez significativas batallas por la consolidación de la democracia, siendo uno de los artífices de la victoria electoral del partido blanco en 1978.
Como presidente de la Cámara de Diputados (1979-1982) dio brillantez al Congreso de la República, que por primera vez dio muestra de independencia frente al Ejecutivo y se convirtió en una gran poltrona de la democracia.
Durante el gobierno del doctor Salvador Jorge Blanco ocupó la Secretaría de la Presidencia, hasta que dimitió en 1986 para promover las aspiraciones presidenciales del doctor Peña Gómez, cuya rivalidad con el también aspirante licenciado Jacobo Majluta desembocó en la división del PRD.
El licenciado De Camps fue un excepcional líder político, que durante muchos años ejerció gran influencia en la sociedad dominicana, que hoy recuerda y resalta sus extraordinarias condiciones de polemista, su recia personalidad, su apego y lealtad a los principios democráticos.
Ferviente opositor a la reelección presidencial, en 2004 se opuso a la repostulación del presidente Hipólito Mejía, lo que provocó su expulsión del PRD y lo llevó a fundar el Partido Revolucionario Social Demócrata (PRSD), que lo postuló a la presidencia de la República en las elecciones del 15 de mayo, el último gran compromiso político que asumió antes de que un cáncer de colon lo venciera tras diez años de enfermedad.
Una República agradecida y compungida despide a Hatuey De Camps Jiménez, uno de sus buenos hijos, cuya memoria sobrevivirá a los designios de la muerte, porque en vida fue un gran patriota y un irreductible combatiente contra toda forma de represión política. Paz a su alma.

