Opinión

El 10 millones

El 10 millones

Orlando Gómez Torres

Como apenas una mención de pasada o un simple trámite de reportaje salió a relucir el hecho de que la madre del dominicano 10 millones, tan celebrado hace unos días, es una adolescente. Algunos periódicos recogieron la información adicional de que en la misma maternidad donde ocurrió el evento habían otras 12 madres adolescentes esperando ser atendidas. El gran logro poblacional de la nación ha resultado ser una gran vergüenza, que nos enrostra a todos los resultados de no hacer nada frente a lo que muchos doctores ya llaman una epidemia de embarazos adolescentes. Una epidemia cuyo impacto, sin dudas, estaremos sintiendo a lo largo de varias décadas.
Seamos honestos con nosotros mismos. La “educación sexual” en los hogares ha sido un rotundo fracaso; el llamado a la abstinencia como única fuente de prevención a embarazos no deseados en la población joven por parte de la Iglesia Católica y las iglesias evangélicas ha demostrado ser otra forma fracasada de enfrentar el problema, y la semana pasada nació la razón No.10,000,000 de ello.

Pero miremos un poco más allá. En la noticia del nacimiento del dominicano 10 millones hubo un escandaloso silencio respecto del padre de la criatura. Pongamos de lado el hecho de que si el padre es 5 años mayor que la madre, el embarazo presupone la existencia de una violación, pero sí consideremos, sin embargo, la enorme cantidad de estudios que exponen cómo las adolescentes embarazadas tienen mayor propensión a estar en relaciones abusivas que sus pares, o como estas tanto antes como después de embarazarse tienden a ser víctimas de violencia doméstica con mayor frecuencia que aquellas que no quedaron embarazadas durante su adolescencia.

Y todo lo anterior, sin empezar a analizar el impacto económico tanto en la madre, su familia y el Estado de ese embarazo, así como el buen desarrollo hacia el futuro para la criatura.

Si viviéramos en un país responsable la vergüenza del dominicano 10 millones debería servir de alerta respecto del estado de la educación sexual y reproductiva en nuestras escuelas. Más aún, serían inaceptables las cifras que sitúan en casi la mitad los partos de adolescentes en nuestros centros de salud y antes de haber caído en el ridículo de tipificar un absurdo jurídico como el “feminicidio”, ya se estaría atacando el problema en la raíz, en los derechos a la libre autodeterminación de su sexualidad y reproducción para la mujer.

El dominicano 10 millones nacido de una madre adolescente (a quien no le cargo ni una onza de responsabilidad en todo esto) es una fracaso de la Iglesia Católica, las iglesias evangélicas y los “padres preocupados” que año tras año ponen trabas absurdas a la creación de un programa funcional y científico de educación sexual en las escuelas.

Esta es la República Dominicana que ustedes han querido, un país lleno de vírgenes María que paren año tras año apenas iniciando su adolescencia de parejas abusivas o abiertamente inexistentes. Asuman su responsabilidad y por el bien de las adolescentes que vienen, por favor háganse a un lado para ver si el nacimiento del dominicano 11 millones no termina por igual siendo la misma tragedia.

El Nacional

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