El asma es una enfermedad respiratoria común. Sin embargo, el estrecho lazo que comparte con las emociones repercute en cómo se manifiesta y en cómo evoluciona, ya que provoca una mayor carga de problemas psicológicos e influye en la aparición de brotes asmáticos.
El asma emocional refleja una vez más que la conexión entre cuerpo y mente no es ningún secreto.
El asma es una enfermedad psicofisiológica, es decir, tiene una entidad médica reconocida, por lo que está diagnosticada y tiene nombre, y donde las variables psicológicas, como la emocional, y las conductas del sujeto influyen en su origen, mantenimiento y recuperación, explica la doctora en Psicología y profesora de la Universidad Complutense de Madrid (UCM) Vanesa Fernández.
Hablamos también con el doctor José Gregorio Soto, coordinador del Área de Asma de la Sociedad Española de Neumología y Cirugía Torácica (SEPAR) para desentrañar los aspectos del asma emocional en el marco del Día Mundial del Asma, el 2 de mayo.
¿Cómo surge el asma?
El asma es una enfermedad respiratoria cuyo origen es desconocido, tal y como señala el neumólogo.
Los factores genéticos influyen en la aparición de esta patología que puede darse a cualquier edad, aunque es más frecuente en niños y, en estos casos, el desencadenante principal suelen ser los problemas alérgicos.
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Sin embargo, las emociones influyen junto a otros factores previos y aumentan la probabilidad de desencadenar este trastorno fisiológico cuando ya existe una predisposición.
Así, el asma tiene una combinación de síntomas que generalmente son:
- Tos.
- Disnea (asfixia).
- Opresión en el pecho.
- Ruido sibilante, como pitos en el pecho.
¿Cómo se entiende el asma emocional?
Según la psicóloga Vanesa Fernández, existe un modelo que describe la relación que hay entre las variables psicológicas y el efecto que tienen en la reacción de las vías aéreas en pacientes asmáticos y cómo esto tiene una sintomatología clínica.
“El modelo de desregulación autonómica de Miller nos dice que los factores emocionales como la tristeza, el enfado o la ansiedad activan y estimulan una serie de vías autonómicas que son distintas en pacientes asmáticos con y sin una emoción importante”, aclara la especialista.
De esta manera, se pone de relieve cómo las emociones interaccionan con la reacción del sistema nervioso autónomo, encargado de regular diferentes respuestas de tipo autonómicas, como la respiración, ante una situación emocional.
En esta misma línea, el neumólogo José Gregorior Soto señala que las situaciones estresantes influyen a través de una vía neurógena en la obstrucción de los bronquios, lo que puede provocar un estrechamiento de las vías respiratorias.
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Y es que los pulmones están conectados con las terminaciones nerviosas.
Emociones y brotes asmáticos
“Los pacientes asmáticos tienen una mayor carga de problemas emocionales, tanto de ansiedad como de trastornos depresivos“, apunta el especialista en neumología.
Añade que el hecho de haber sufrido una crisis de falta de aire condiciona un trastorno de pánico en los pacientes al pensar que puede ocurrir de nuevo, por lo que muchas veces no saben distinguir entre ansiedad o un empeoramiento de la enfermedad.
En este sentido, los trastornos emocionales influyen mucho en la percepción de los síntomas de los enfermos y, según precisa el doctor de la SEPAR, algunos son “hiperreceptores de síntomas” por la ansiedad que les provoca la enfermedad.
Por su parte, la psicóloga afirma que el manejo de las emociones es uno de los factores que se tiene que tener en cuenta en el tratamiento del asma.
“La ansiedad hace que aumente la frecuencia cardíaca y por lo tanto, la frecuencia respiratoria, y en pacientes que ya tienen problemas a ese nivel respiratorio puede desencadenar un brote o empeorarlo”, subraya.
Asimismo, las emociones influyen dificultando el tratamiento del asma, haciendo que aparezcan más crisis y también retrasando la recuperación o incrementando la aparición de brotes asmáticos.
¿Qué trastornos mentales están más asociados al asma?
Según la también profesora de la UCM, las patologías psiquiátricas relacionadas con el asma son los trastornos del estado de ánimo, la ansiedad, el ataque de pánico por el miedo a las crisis asmáticas, el abuso de sustancias y la depresión, que es la más frecuente en pacientes pediátricos asmáticos.
Aunque de manera general destacan la ansiedad y la depresión. Y además, se observa una prevalencia importante entre este tipo de patologías y el asma emocional.
“Es muy importante conocer esta comorbilidad del asma y las emociones porque tiene un impacto muy importante, tanto en el curso de la enfermedad, como en sus costes, en la mortalidad asociada y también en la prevención de la misma”, concluye la psicóloga.