Los expedientes penales más relevantes presentados por el actual Ministerio Público se sustentan principalmente en pruebas o relatos ofrecidos por delatores incriminados en esos procesos, quienes así actúan a cambio de exclusión del proceso, reducción de penas o cambios de calificaciones.
El Código Procesal Penal Dominicano recoge la figura del delator con la acepción “criterio de oportunidad”, al que puede recurrir el ente acusador para dispensar un trato privilegiado al encartado que revele hechos o datos que ayuden a consolidar la acusación contra otros procesados.
En el expediente Operación Medusa, en el que el exprocurador Jean Alain Rodríguez figura como cabecilla de un millonario entramado de corrupción, afloran como delatores los señores Rafael Stefano Canó Sacco, Rainery Medina Sánchez, Enrique Bonetti y Antón Casanova, entre otros.
El mentado “criterio de oportunidad”, que en la legislación penal dominicana sirve de sombrilla a la delación privilegiada, estuvo encartado en el viejo Código de Procedimiento Criminal, al que algunos fiscales recurrían para archivar expedientes o liberar implicados.
Es esa una figura novedosa aplicada en casi todos los procesos de investigación que han culminado en acusaciones formales contra legisladores, empresarios y funcionarios, como han sido los expedientes Odebrecht, Operación Antipulpo, Coral 5G y Operación 13.
Canó Sacco viajó a España al desatarse el escándalo de la Operación Medusa, por lo que la Procuraduría General solicitó su extradición al considerarlo “mano derecha” del principal acusado, pero ahora figura como delator estrella sin retornar al país y ha sido excluido del expediente.
La delación premiada, acuerdo mediante el cual el acusado o investigado ofrece al Ministerio Público confesión o información relevante a cambio de rebaja o remisión total de la pena, ha sido de gran utilidad para los investigadores y de mayor pesar para los encartados.
Aunque la delación se asocia aquí con las características más ruines y mezquinas del ser humano, se presume que los delatores en esos expedientes expresan arrepentimiento por la comisión de los ilícitos penales que se les atribuyen, pero siempre prevalecerá la sospecha de que algunos intentan salvar el pellejo.