En 45 minutos cayeron durante la noche del viernes sobre Texas, Estados Unidos, unos 300 milímetros de lluvia, equivalentes a un tercio de precipitaciones de todo el año, lo que provocó desbordamiento del río Guadalupe, con saldo hasta ayer de 80 muertos y decenas de desaparecidos.
Equipos de rescate trabajan contra el reloj en la esperanza de rescatar con vida a personas arrastradas por la crecida del cauce, incluidos once menores. El mayor número de decesos se produjo en el condado de Kerr, donde se localizaron 68 fallecidos, de los cuales 40 son adultos y 28 niños.
Se trata de una tragedia sin precedentes en Texas, donde con frecuencia se producen desbordamientos súbitos porque el suelo carece de las condiciones para absorber el agua de las lluvias torrenciales, al punto que la zona donde se produjo el diluvio es conocida como “callejón de las inundaciones repentinas”.
Lo ocurrido durante la tarde del viernes en esa ciudad estadounidense debería servir de alerta a autoridades y población dominicana en la presente temporada de ciclones, proclive a la ocurrencia de fuertes precipitaciones que provocan desbordes de cañadas y crecidas de ríos en zonas densamente pobladas.
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Se recuerda que el 18 de noviembre del 2023, lluvias intensas durante algunas horas causaron inundaciones repentinas que anegaron barrios completos en el Gran Santo Domingo, el colapso de estructuras del túnel de la avenida 27 de Febrero, con saldo de nueve muertos, además de otros fallecidos arrastrados por corrientes de cañadas.
El servicio Meteorológico de Estados Unidos advirtió que sobre el estado de Texas, ya saturado por aguaceros anteriores, sería nuevamente afectada con lluvias torrenciales, que alcanzarían hasta 250 milímetros en algunos lugares, lo que significaría un nuevo diluvio.
La magnitud de ese desastre obliga al gobierno del presidente Donald Trump a declarar al estado sureño en situación de emergencia, donde las aguas llegaron a sobrepasar las copas de árboles y arrasaron con centenares de inmuebles, vehículos y ajuares.
Al participar del pesar por las muertes y destrucción causadas por intensas lluvias e inundaciones en Texas, se aconseja asumir esa tragedia como espejo previsor para evitar que una situación similar cause aquí otra tragedia, lo que puede ocurrir en menos de 45 minutos de torrenciales aguaceros, como lo acaecido en el centro-sur del territorio texano.