Donald Trump retornará a la Casa Blanca al ganar ayer las elecciones presidenciales de Estados Unidos para convertirse también en el primer mandatario que arriba a la Casa Blanca en condición de convicto, con condenas criminales pronunciadas por una corte penal.
Después de perder en 2020 frente a Joe Biden en unos resultados electorales que nunca reconoció, de ser imputado por instigar el asalto a la sede del Congreso perpetrado por partidarios suyos, Trump ganó holgadamente en cuatro de los estados clave que definen la victoria electoral.
La vicepresidenta Kamala Harris, postulada tras la dimisión presentada por el presidente Biden a la reelección, falló en convertirse en la primera mujer en acceder a la presidencia de Estados Unidos, aunque en algún momento su candidatura estuvo en la preferencia de diversas encuestas.
El Partido Republicano tendría asegurado también el control del Senado en tanto que aflora una lucha cerrada por la mayoría en la Cámara de Representantes, que de lograrlo otorgaría a Trump poder absoluto durante su mandato de cuatro años.
Las promesas del presidente Trump de afrontar drásticamente el tema de la inmigración, gravar las importaciones de bienes procedentes de China y México y reenfocar la posición de Estados Unidos respecto a la guerra entre Rusia y Ucrania, contribuyeron decididamente con su holgado triunfo.
El resultado electoral de ayer incidiría sobre República Dominicana en temas como inversión, turismo, exportaciones, zonas francas y lo referido a la comunidad de migrantes dominicanos en Estados Unidos como también sobre la política de contención migratoria que aplica el gobierno dominicano.
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El retorno de Trump a la Casa Blanca consolida una extendida tendencia de ascenso al Poder de líderes y gobiernos conservadores o de ultraderecha a nivel global, impulsados principalmente por temas migratorios, disrupción comercial y crisis económicas.
Durante la primera gestión de Donald Trump, lo mismo que a lo largo del gobierno de Biden, América Latina quedó rezagada en términos de preeminencia en la política Exterior de Estados Unidos, por lo que lo aconsejable seria cruzar los dedos con la esperanza de que esta vez Washington voltee rostro hacia su propio entorno.