Editorial

El padrino

El padrino

El economista en jefe del Banco Mundial para América Latina y el Caribe, Augusto de la Torre,  asegura que la crisis que afecta al sector eléctrico en República Dominicana es de naturaleza política y no técnica, al señalar que la mayor parte de la población no paga el servicio y que los pocos que lo hacen pagan mucho, además de que casi todas las empresas y hasta las familias  instalan  sus propios generadores.

Ese funcionario sostiene que todo el mundo aquí conoce  el problema,  que se caracteriza según él por muchas pérdidas,  impago, baja producción, apagones y una excesiva presencia de soluciones  privadas a un tema central y de fondo que debería ser resuelto de manera colectiva.

La importancia no está solo en lo que se  ha dicho  sino en quién lo ha dicho, nada menos que  el jefe para todo el continente del Banco Mundial, la institución multilateral que más ha presionado al Gobierno para que procure una  solución a la crisis eléctrica basada en incrementar la cobranza, aumentar la tarifa y  disminuir las pérdidas técnicas.

No es común que un funcionario de ese nivel en el Banco Mundial se atreva a responder a título personal o en su condición de jefe regional, declaraciones  de un jefe de Estado en torno a un problema tan serio como el que agobia al  sector eléctrico, como lo ha hecho el señor De la Torre desde Japón.

 Por lo dicho por ese funcionario, se intuye que Banco Mundial, Fondo Monetario ni Banco Interamericano de Desarrollo (BID) mantendrán su  añeja  e intransigente posición de que  un pase de revista  a la crisis  eléctrica no incluya la revisión de los contratos con  empresas generadoras de electricidad ni se intente modificar el escenario de negocios  en esa industria, donde las reglas operan para que unos intervinientes obtengan grandes rentabilidades y otros cuantiosas pérdidas.

No se niega  que  el drama  eléctrico  tenga un componente  político que traba  algún tipo de solución basado sólo en el incremento de la tarifa como pretendió  el FMI en  2001 y más antes el propio Banco Mundial, pero también posee un componente  técnico y contractual que se requiere abordar para  conjurar relaciones de negocios entre el Estado y particulares basadas en contratos viles o con serios vicios de consentimientos.

Se sabe que en  República Dominicana  opera el  mayor número de generadores privados, incluidos acumuladores de energía (inversores), que el sector productivo y la población emplean para afrontar los apagones, pero debe admitirse que  un aumento  de un 20 por ciento en la factura eléctrica sería irrespirable para las empresas y las familias.

Como se trata de  un problema con  componentes políticos y técnicos, lo mejor sería que, ahora que se  debatirá  el arribo a un pacto eléctrico, el Gobierno  acepte aplicar medidas para incrementar las cobranza, pero que los organismos multilaterales, en especial el Banco Mundial, cesen su padrinazgo al tipo de  empresa que prevalece en el sector eléctrico basado en contratos que fomentan  monopolio, oligopolio y otras prácticas desleales de  negocios.

El Nacional

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