La Oficina de Ingenieros Supervisores de Obras del Estado (OISOE), creada por Balaguer, ha sido desde sus inicios un antro de corrupción. Este departamento, adscrito a la Presidencia, se ha convertido en una competencia directa y paralela al Ministerio de Obras Públicas, como parte del pastel que se reparte el PLD entre los miembros de su Comité Político. Somos el único país en el mundo en que existen dos funcionarios encargados de construir obras públicas, teniendo en muchos casos, el Director de la OISOE más influencia que el propio ministro de Obras Pública, lo cual ha sido en múltiples ocasiones, objeto de escándalos y de conflictos.
En sus pasillos se gestó uno de los mayores casos de corrupción de los Gobiernos del PLD: el tristemente célebre préstamo de US$ 130 millones con la empresa SunLand, el cual nunca fue aprobado por el Congreso y cuyos recursos fueron destinados para el proceso interno del PLD del año 2007, pero que fueron pagados por los impuestos de los dominicanos, sin ningún tipo de régimen de consecuencias. Encima de todo, la Suprema Corte de Justicia avaló este golpe sin precedentes, una mancha imborrable para el sistema judicial de la República Dominicana.
Sus dos últimos directores están hoy cuestionados ante la opinión pública. Es que no bastó con la SunLand, sino que hubo hasta construcciones en Haití, y en hospitales como la del Darío Contreras, que hoy son parte de los contratos y licitaciones con ausencia total de transparencia.
Más recientemente, el suicidio del Arquitecto David Rodríguez, dentro de las propias oficinas de la OISOE, ha vuelto a desnudar sus miserias, en una institución que más que construir, ha destruido la moral pública. La nota manuscrita por el arquitecto confirman la voracidad corrupta que caracteriza a esa entidad, y que es solo una muestra, de cómo la enfermedad de la corrupción ha penetrado las instituciones en los gobiernos del PLD. Que se investigue y sanciones este caso. Que no quede impune.
Coincido con la Fundación Institucionalidad y Justicia de que la OISOE debe ser clausurada, y objeto de una profunda y transparente auditoría, y que los responsables sean sancionados. Eliminar el pastel, o como decía el caudillo, “la ración del boa”, y con ello, comenzaremos a sanar la ya herida institucionalidad. Hay que refundar la administración pública. En mayo de 2016, lo lograremos.