La actual dirigencia del Partido Revolucionario Dominicano ha trazado una ruta que indefectiblemente dará resultados, y que convertirá a esa organización en una verdadera opción de poder, con miras a las elecciones presidenciales del año 2016. Y una prueba de ello es la unidad interna que exhibe, sin rebatiñas internas.
La cohesión de su estructura orgánica y el funcionamiento de los diferentes organismos, garantizan y abren el camino para que el PRD ocupe su rol de principal partido de oposición, gracias a los esfuerzos denodados de quienes se quedaron en la entidad y los que están regresando masivamente.
Recordamos que a raíz de las diferencias entre el líder histórica, doctor José Francisco Peña Gómez, y el licenciado Jacobo Majluta, un grupo numeroso e importante del liderazgo perredeista abandonó la agrupación y pasó a formar fila en el Partido Revolucionario Independiente (PRI), el cual fundó el segundo, originando así una división que afectó las posibilidades del PRD en las elecciones del año 1990.
Unos meses después, la mayoría de los que formaron tienda a parte con el licenciado Majluta, regresaron al partido blanco y fueron recibidos por el doctor Peña Gómez con el mismo rango que ostentaban, en el momento en que decidieron apartarse de la institución. La misma situación está ocurriendo en la actualidad, pues quienes retornan asumen las mismas posiciones jerárquicas que tenían antes.
Sepultados los ditirambos, el PRD no anida rencor ni resentimiento contra ninguna persona, y solo aspira a la unidad de la oposición al gobierno del PLD. Su candidato presidencial, Miguel Vargas Maldonado, es el político con mejor discurso dentro de la cancha política dominicana, y ha resaltado le energía y la vitalidad que muestra la organización en todo el territorio nacional.
Alejado de porfías estériles, sin recurrir a términos insultantes y peyorativos, el PRD se encaramará en una posición para competir, de manera airosa, en el próximo torneo electoral. Ha trascendido, que muchas personalidades independientes se han acercado al partido del “jacho prendido” para integrarse al mismo, sin poner ninguna condición.
Hay que reconocer que el PRD tiene una nueva fisonomía, y su crecimiento es indiscutible, aunque debe admitirse que sufrió algunas laceraciones que están siendo felizmente superadas. Solo le resta hacer camino al andar y continuar con su línea de unificar a la oposición.