Opinión Articulistas

En otras palabras

En otras palabras

Pelegrín Castillo Semán

La verdad verdad

La verdad verdad sobre el discurso electoral de los políticos y partidos acerca de los ricos y los pobres, los popis y los wawawa: todos los gobiernos que hemos tenido post Balaguer en 1978-que trabajo para ensanchar la clase media e hizo esfuerzos limitados por modificar el régimen de tenencia y propiedad de la tierra, que fueron frustrados por los intereses creados-, se han inclinado o rendido, en mayor o menor medida, abierta o disimuladamente, por los muy ricos.

Asimismo, en mayor o menor medida, han desarrollado esquemas asistencialistas para mantener a los pobres sometidos, como meros sujetos de favores y gracias, y no ciudadanos con derechos y libertades, mientras las capas medias se expanden con grandes dificultades.

Pero el debate no debería ser sobre quien se ha entregado más o menos a los muy ricos, sino sobre quien ha trabajado por una economía capitalista, realmente abierta, de libre competencia, que contenga las tendencias a las concentraciones y los monopolios, con una base propietaria en expansión, productiva, moderna, enfocada en la innovación y cuidado del consumidor, que genere verdaderas riquezas a partir del enorme potencial con que contamos, con fuerte vocación exportadora; y sobre todo, que cree muchos trabajos dignos y bien remunerados para los dominicanos, dentro una cultura y una ética del trabajo, la austeridad y el ahorro, la producción y el cuidado racional del medioambiente y los recursos naturales.

Porque solo así se superará el esquema deformado y deformante imperante desde hace largo tiempo, de negocios extractivos de rentas, que concentran cada vez más las riquezas y las oportunidades, desnacionalizan brutalmente los mercados laborales, a la sombra de una política capturada, domesticada, complaciente, que permite el crecimiento de sistemas, estructuras y cultura de corrupción, algo que a su vez, provoca el florecimiento de un consumo suntuoso y afrentoso, de actividades canallas o de externalidades negativas, y por tanto, generadores de violencia criminal, disrupción cultural, desintegración familiar y anomia …Sin las remesas de los que fueron expulsados hacia el exterior, y sin los esfuerzos y sacrificios admirables de los que luchan para sostenerse en la informalidad, en especial, de los productores del campo, la historia de “la democracia dominicana” seria otra muy distinta. Aquí necesitamos más empresarios verdaderos que ricos queriéndose hacer más ricos, por cualquier vía.
Aquí necesitamos más invernaderos que bancas de lotería.

Aquí necesitamos que la entrega de los premios a la innovación o a la lectura, generen tanto o más expectativas que el Soberano. Aquí necesitamos que se celebre la vida, la familia, las tradiciones dominicanas y los valores de Fe, más que unos modelos impuestos por la cultura global líquida en caída.

Por: Pelegrín Castillo Semán
pelegrinhcastillos@gmail.com

El Nacional

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