Sucesos tan singulares y trágicos acaecidos en alta mar como el de la yola que zozobró cerca de Nagua con 95 pasajeros que pretendían ingresar ilegalmente a Puerto Rico y el caso insólito de otra embarcación con indocumentados que recogió a náufragos y los llevó a su destino, revelan un activo corredor de viajes ilegales y un deficiente servicio de vigilancia en las costas dominicanas.
Familiares de personas que emprendieron esa aventura revelaron que 18 de 30 desaparecidos al colapsar la yola en la que navegaban con proa hacia Borinquen fueron rescatados por tripulantes de una segunda barcaza que cargaba más de 40 indocumentados, lo que evitó una tragedia mayor.
Sin que se entiendan las razones, para esta época del año se incrementan los viajes en yolas a Puerto Rico, especialmente desde la costa nordeste, donde vendedores de ilusiones convencen a centenares de hombres y mujeres a vender o empeñar sus pocas pertenencias para costear una travesía que tantas veces ha conducido a la muerte.
Un informe del Servicio de Guardacostas de Estados Unidos revela que los viajes de indocumentados por vía marítima han disminuido sustancialmente en los últimos años, por lo que no se explica el rebrote de las últimas semanas, a menos que la causa principal esté relacionada con una disminución en las labores de vigilancia por parte de la Marina de Guerra.
Al expresar alarma por el inusitado incremento de los viajes en yolas a Puerto Rico, se requiere que las autoridades aborden con firmeza y decisión la tarea de impedir esas travesías hacia la muerte y que las autoridades procuren que los organizadores y capitanes vayan a parar con sus huesos a la cárcel.

